lunes, 24 de noviembre de 2014

Lo que vendrá

Llamo la atención sobre tres textos que he encontrado en estos días acerca de los propósitos del Nuevo Orden Mundial (NOM).

 

El primero de ellos procede de  ELISHEAN, un sitio francés que muchos podrían considerar heterodoxo, pero ofrece informaciones que ameritan examinarse cuidadosamente. En una de sus recientes entregas, transcribe el  supuesto discurso de clausura de la última reunión del Club Bildelberg. Aunque se dice que es un documento “Top Secret”, de alguna manera se filtró a los medios, a menos que se trate de una falsificación. Pero su contenido ofrece visos de autenticidad, no obstante lo alarmante que resulta. Se lo puede consultar aquí: http://www.elishean.fr/?p=43054

 

Ofrezco a continuación el resumen de sus principales planteamientos:

 

1) El discurso parte de la base del propósito de crear una nueva especie humana, la de los superhombres, a partir de los avances de la ingeniería genética. Esta, según se cree, permitiría reparar el cuerpo humano desde su interior mediante células madre, seleccionar los patrimonios genéticos más avanzados y eficaces, frenar o retardar el envejecimiento, aumentar nuestras capacidades físicas y mentales, etc. De ese modo, cabría pensar en individuos que  vivieran doscientos años e, incluso, alcanzaran la inmortalidad física. El hombre llegaría a ser entonces su propio dios y señor. Esa transformación radical de la especie humana es lo que busca conseguir el Transhumanismo.

 

2) Este proyecto viene de tiempo atrás, cuando en las primeras décadas del siglo pasado se logró el mejoramiento de razas animales mediante cruces adecuados. Se pensó, entonces, que lo mismo podría hacerse respecto de los seres humanos. Pero los fracasos del nazismo obligaron a modificar los proyectos eugenésicos, que hoy se sustentan, según se dice, sobre bases más firmes que abren la posibilidad de un nuevo mundo que convendría construir.

 

3) Esa empresa es de proporciones colosales. Resultaría incompatible con un crecimiento indefinido de la población humana y del consiguiente consumo de recursos, por lo que se imponen las consignas de crecimiento cero de la natalidad y la economía. Por otra parte, sería imposible dividir la población en dos castas, la de los inmortales y la de los perecederos. De ahí, la necesidad de obrar con cautela y siguiendo un minucioso plan de acción.

 

4) El objetivo inicial es la despoblación humana, que se lograría mediante un tríptico: hundimiento económico, guerras civiles y epidemias masivas. Mediante esta triple acción se podría reducir el tamaño de la población de 7.000 a 10.000 millones, antes de llegar a la meta de 500 millones de individuos, que es la cantidad que se considera ajustada a las exigencias del crecimiento sostenible. Pero a esto solo se llegaría después de devolver a amplios sectores a las condiciones de la vida salvaje, en las que sería más fácil eliminarlos.

 

5) El gran obstáculo son los Estados nacionales, a los que sería preciso debilitar mediante políticas que favorezcan las migraciones masivas y el fomento de conflictos interiores que conducirían a la aniquilación de grandes masas. Una vez devastados los países por obra de las guerras civiles, se pondría en marcha la difusión de virus letales, como el ébola.

 

6) La gran resistencia se centraría en el eje Rusia-China. Pero sería posible superarla por cuanto el hundimiento económico de China la sumiría en catastróficos conflictos sociales. En cuanto a Rusia, el plan para debilitarla ya está en marcha.

 

7) El desarrollo de la robótica permitiría resolver el problema de mano de obra. Si Mao decía que cada boca para alimentar sostenía dos brazos para producir, con humanoides capaces de realizar el 955 de las tareas que hoy se confían a los humanos, estos sobrarían.

 

8)"Nosotros hemos llegado a ser demasiado numerosos, el planeta no puede soportar el número actual de seres humanos mediante el sistema económico en vigor, nuestro modelo económico es insostenible y no tendremos necesidad de mano de obra. En fin, nosotros podríamos aspirar a vivir eternamente, o casi, realizando entonces una ambición humana cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos".

 

El segundo escrito que quiero destacar es una entrevista con el profesor Carl Djerassi, uno de los inventores de la píldora anticonceptiva. Es posible leer su resumen en el siguiente sitio: http://leblogdejeannesmits.blogspot.com/2014/11/en-2050-on-choisira-la-pma-comme-un.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+blogspot%2Fjeannesmits+%28Le+blog+de+Jeanne+Smits%29

 

También presentaré una síntesis de lo que ahí se dice:

 

1) Para el año 2050, estima el profesor Djerassi que una buena parte de los bebés en el mundo occidental nacerán por fecundación in vitro, es decir, mediante procreación médicamente asistida (PMA).

 

2) Los jóvenes, tanto hombres como mujeres, congelarán sus gametos y luego se harán esterilizar.

 

3) De ese modo, la procreación se dejará para después, cuando las circunstancias se consideren oportunas y aprovechando la conservación del esperma y los óvulos juveniles, que se consideran de mejor calidad. Se tratará de una procreación no “coital”. Por consiguiente, llegará a su extremo la separación entre la actividad sexual y la reproducción.

 

4) Observa Jeanne Smits que así se conjugarán el dominio absoluto de la fecundidad, el eugenismo total y la desnaturalización de la sexualidad, así como de la paternidad y la maternidad.

 

5) La maternidad por encargo se incrementará, pues para muchas mujeres resultará preferible que otras hagan el trabajo de gestación, mientras ellas se liberan de sus incomodidades.

 

6) La sexualidad, privada de su función reproductiva, se limitará a una función recreativa, sin responsabilidades ni consecuencias. Señalo, al margen, que tal es la concepción que se está imponiendo en los cursos de instrucción sexual que se imparten en la educación pública, no solo en los países avanzados, sino en el nuestro.

 

El tercer documento versa sobre los métodos de despoblación del NOM y puede consultarse en el siguiente sitio:

 

http://socioecohistory.wordpress.com/2014/11/14/methods-of-depopulation/

 

Acá se hace referencia a un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos que va en la misma dirección del discurso atrás mencionado del Club Bildelberg: las consecuencias ambientales de la superpoblación humana podrían resolverse por medio de guerras y pandemias capaces de eliminar a más de 6.000 millones de individuos. Estas serían medidas radicales complementarias de otros, como el agregado de ingredientes esterilizantes al agua potable, los abortos forzados o políticas ambientales que se califican como fascistas por su carácter, más que autoritario, tiránico.

 

¿Qué opinan los lectores acerca de estos proyectos a través de los cuales se aspira a modelar la sociedad del futuro?

viernes, 21 de noviembre de 2014

Muestras del Mal

Nota: Publiqué este escrito en otro blog hace unos años. Para futura memoria, lo incorporo a este Pianoforte.

He escrito varios artículos sobre la trascendencia de la persona hacia estados superiores de espiritualidad que otorgan sentido pleno a la vida humana. Son los estados de santidad a que todos estamos llamados, si bien sólo podemos alcanzarlos mediante el auxilio de la Gracia. Por nuestros propios medios, apenas logramos elevarnos un poco sobre nuestro estado natural.

 

Esto es importante retenerlo, dado que hay una idea muy difundida según la cual la espiritualidad es asunto de técnicas de meditación, de ejercicios mentales y de actitudes positivas que nada tienen que ver con creencias y prácticas religiosas que más bien serían un lastre para su desarrollo. Pero, si así fuera, las altas cumbres que han alcanzado los santos católicos estarían a disposición de los maestros espirituales a la moda y los que siguen sus pasos, a través de manuales que, por ejemplo, nos enseñarían en veinte lecciones cómo igualar a San Francisco de Asís, a San Pedro Claver, a San Vicente de Paúl, a Santa Teresa de Lisieux o a la Beata Teresa de Calcuta, etc.

 

A mis estudiantes solía decirles que todos tenemos la posibilidad de llegar a ser como San Francisco, pero ciertamente con la ayuda de Dios, o la de descender a los peores niveles, por debajo incluso de las bestias. A menudo les citaba el dicho de Pascal: “El hombre no es ángel ni bestia”.  Pero es en potencia  lo uno o lo otro, y en ello reside el drama de su libertad.

 

Como ejemplo de la segunda alternativa acostumbraba mencionarles el penoso ejemplo de Pablo Escobar.

 

Para exaltar a mis discípulas, les ofrecía el paradigma de la Beata Madre Teresa. Mas, para no ofender a alguna en particular, les presentaba un modelo imaginario de los extremos a que podría llegar la maldad de la mujer: el de la atroz Rosario Tijeras.

 

Traigo esto a colación porque hace unos días tomé un taxi para ir al centro de Medellín. Tenía una deuda pendiente con mi amigo Juan Hincapié, el de “Los Libros de Juan”, y quería pagarla antes de Navidad. Lo menciono debido a que el relato que sigue tiene dos colofones y uno de ellos toca precisamente con Juan. Además, me propongo escribir en otra ocasión sobre un tesoro que entre sus libros viejos encontré.

 

Pues bien, como de costumbre, me puse a charlar con el taxista, que resultó bastante locuaz. En un momento dado, me contó que vivió en Aruba varios años y allá se convirtió en el rey de los recicladores. Le pregunté cómo fue a parar a la isla y me contestó que tenía parientes que le dieron albergue para huir de sus enemigos en Medellín. Sentí curiosidad por las “culebras” que lo perseguían y, entonces, soltó la lengua para contar lo que sigue.

 

Comenzó su relato recordando que de niño había sido muy díscolo y proclive a hacer maldades. Desde los 10 años portaba armas de fuego y llegó a capitanear en el Inem de la avenida Las Vegas una banda de 70 jóvenes delincuentes. La puso al servicio de los capos del narcotráfico y se convirtió en sicario de Pablo Escobar. Ascendió en la jerarquía del crimen organizado hasta el punto de tener bajo su control una zona de Medellín. Le tocó subir muchas veces a “La Catedral”, el sitio de reclusión que el capo convirtió en sede de sus fechorías, llevando gente que, según sus palabras, entraba caminando y salía después en bolsas que a él le tocaba botar al río.

 

Todo comenzó porque en Castilla, un barrio de la zona noroccidental de Medellín en donde vivía, un vecino tenía la costumbre de darle golpes en la cabeza cuando pasaba a su lado. Como vio en una película que alguien se defendía apretando entre el puño una piedra con la que le partía la cara a su contrincante, decidió hacer lo propio con el que lo molestaba. No sólo le partió la cara con la piedra, sino la cabeza.

 

Pasó en esos momentos por ahí el tristemente célebre Dandenys Muñoz Mosquera, alias “La Quica”, que hoy purga condena por la voladura del avión de Avianca. Muñoz se asombró de su coraje y le pidió que lo acompañara. Le regaló un arma de fuego para que en lo sucesivo no tuviera que defenderse con piedras, lo entrenó y lo hizo guardaespaldas suyo. Al pasar los retenes, él guardaba las armas, pues como era un niño no lo requisaban.

 

Me dijo: “Usted me pregunta por mis maldades. Pues le voy a contar que yo estaba al servicio de un lugarteniente de Escobar y en un partido de fútbol el árbitro pitó un penalty que no correspondía a la realidad. El jefe me dijo que había que matarlo, y así lo hice”.

 

Más adelante, añadió: “La última vez me encomendaron que matara a un personaje que estaba en un restaurante. Llegué con mi gente y como el hombre estaba reunido con otros seis, los matamos a todos. Nuestros jefes decidieron castigarnos porque se nos fue la mano. A mí me hirieron de siete balazos, pero me salvé. Al salir del hospital, me fui para Aruba, en donde estuve seis  años. Cuando regresé a Medellín me alejé de ese mundo, aunque a veces me buscan; pero yo les digo que soy hombre de paz y no quiero andar en peleas. Así se lo dije al que mató a un hermano mío por problemas que había entre ellos. Muchos de los que fueron mis compañeros están muertos, presos o desaparecidos”.

 

Mientras escuchaba estas historias, yo no sabía si bajarme del taxi o pedirle que alargara la carrera para dar pábulo a mi curiosidad. Pero no hice lo uno ni lo otro. Llegamos a lo de Juan, pagué y me despedí diciéndole que Dios le había dado una segunda oportunidad que no debía desaprovechar.

 

Le conté a Juan por las que acababa de pasar. Y Juan siguió con su propia historia, pues su padre, el célebre abogado Julio Hincapié Santamaría, fue asesinado a raíz de un pleito cuya contraparte era un personaje de apellido López, llamado “El Padrino”, que fue probablemente el iniciador del narcotráfico en Medellín y para quien trabajaba Pablo Escobar.

 

Dice Juan que un escritor muy conocido en el país tiene muchísimo material sobre Escobar, pero piensa dejarlo inédito. Dentro de las confesiones que le hizo el capo, hay una que coincide con las circunstancias del asesinato de su padre, lo que lo ha llevado a creer que Escobar conducía la Lambretta roja de donde se bajó el sicario que le disparó.

 

Juan conoció años después a un personaje que trabajó con Escobar y le contaba sobre la perversión que le tocó presenciar en la hacienda Nápoles. Por ejemplo, allá llegaban modelos, reinas de belleza, presentadoras de televisión, divas de la farándula, etc., atraídas por los montones de billetes que les ofrecían. Pero el precio que pagaban era oprobioso. La primera noche la pasaban con el capo y sus íntimos. La segunda ya era para el deleite de los segundones. Y en la tercera quedaban a merced de la soldadesca. Se ofrecían sumas exorbitantes a las que se atrevieran a hacer cosas tales como sexo oral con un caballo padrón o tragar cucarachas vivas…Y las descastadas peleaban entre ellas para que las eligieran para tan torpes menesteres.

 

El día de Navidad, una parienta que trabaja en la Fiscalía me contó que tuvo hace un tiempo su despacho en lo que fue la residencia de Escobar, el edificio Mónaco. Ahí hubo que hacer exorcismos, pues se presentaron casos espeluznantes. Por ejemplo, a una alta funcionaria se le apareció un espectro sin cabeza; un vigilante tuvo una visión que lo privó del susto y hubo que hospitalizarlo; mi parienta oyó pasos una noche en que no había nadie más adentro del edificio; y su hijita no quiso que la volviera a llevar a su oficina, porque, según le dijo, en ese lugar había “monstruos”.

 

Todo este relato ilustra sobre aspectos tenebrosos de los extremos de maldad a que puede llegar el ser humano.

 

El papa Benedicto XVI ha dicho que esas manifestaciones no son susceptibles de explicación natural. Sólo una realidad que supera los datos de la naturaleza puede darnos a entender por qué sucede el mal. Esa realidad es espiritual y, más precisamente, demoníaca, como bien los saben tanto quienes han sido víctimas de fenómenos de posesión u otros conexos, como los exorcistas que los enfrentan. Ni los neurólogos, ni  los psicólogos, ni los psicoanalistas, ni los psiquiatras , pueden dar razón de su ocurrencia, pues nada en el mundo natural ofrece analogías convincentes para explicarlos.

 

Esta mañana, uno de mis corresponsales de Twitter, @Mike_friesen, difundió este mensaje que viene oportunamente al caso: “Religion is lived by people who are afraid of hell. Spirituality is lived by people who have been through hell.-Richard Rohr”.

 

“La religión se vive por gente que le teme al Infierno; la espiritualidad, por gente que lo ha atravesado”. Esta reflexión de Richard Rohr es análoga a la que hace Papini al cierre de su presentación de “El Diablo”: “Se puede entrar al reino de Dios hasta por la puerta negra del pecado”.

 

En efecto, el mal nos revela la realidad del Infierno y de su patrón, el Demonio. Los que hemos experimentado el descenso a sus simas sabemos bien de qué se trata. Y sabemos bien, igualmente, que sólo por la Gracia de Dios no nos hemos hundido en él, en ese “mar profundo” que recuerda la intensa letra del tango “Madre”.

 

Ello significa que muchas veces, para poder apreciar la luminosidad de las altas esferas, es preciso haber conocido antes la pavorosa negrura de los abismos.

 

La espiritualidad exhibe, por consiguiente, dos caras: la del Bien y la del Mal. Es un mundo invisible que se pone de manifiesto en el mundo visible, pero es refractario a las mediciones y los experimentos de laboratorio. Pero ello no significa que lo sea a toda experiencia, tal como lo acredita en lo que a su lado oscuro concierne el padre Juan Gonzalo Callejas en su impresionante libro “En Contra de la Brujería”, que publicó recientemente Intermedio Editores en Bogotá.

 

Hace poco me permití “trinar” esta reflexión: el mal radical hace que muchos duden de Dios, pero acredita sin lugar a dudas la existencia del Demonio.

 

Agrego ahora que por esta vía oscura llegamos a establecer como requisito sine qua non de la racionalidad del mundo y, sobre todo, de nuestra existencia, la creencia en Dios, pues sin éste todo sería absurdo y tendríamos que admitir, como lo han hecho ciertas tendencias gnósticas, que su lugar lo ocupa una entidad maligna. Pienso que el argumento de razón práctica que esgrime Kant para defender la existencia de Dios y la supervivencia del alma después de la muerte del cuerpo, va en esta dirección: hay que suponer a Dios, porque de lo contrario habría que prosternarse ante el Demonio.

 

De hecho, abundan hoy en día los que han adoptado esta última alternativa. El satanismo y el luciferismo constituyen siniestras realidades de la sociedad contemporánea, aún en los países más avanzados. Malachi Martin calculó que en  la última década del siglo pasado había más de ocho mil templos satánicos en Estados Unidos. Y en Europa occidental se mencionan numerosos casos que ilustran sobre su conspicua presencia en muchas partes. Llega a creerse, incluso, que la criptocracia que controla los hilos del poder en el mundo es de índole satánica. Tal es el tema del libro que varias veces he citado,  “Blood on the Altar”, de Craig Heimbichner.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Oh libertad que perfumas las montañas de mi tierra

Traigo a colación las palabras de Epifanio Mejía con que empieza el Himno de Antioquia, para contar algunas anécdotas y hacer unas breves reflexiones sobre lo que le espera a nuestra libertad en medio de las circunstancias que ahora nos rodean.

 

Resulta que hace ya no sé cuántos años sufrí una agudísima dolencia en la columna vertebral que me llenó del temor de quedar inválido. Un tiempo atrás había padecido lo mismo, que es terrible, y hube de someterme a una muy exitosa cirugía que alivió mis dolores y me permitió volver a caminar, a montar a caballo y, en fin, a mi vida normal. Pero la dolencia renació y estaba prácticamente baldado. Como no quería repetir la experiencia de los medicamentos tan fuertes que tuve que tomar la primera vez, ni tampoco la de la intervención quirúrgica, a pesar de lo positiva que esta resultó, me puse en manos de una terapeuta rusa que anunciaba tratamientos de acupuntura china.

 

En la primera sesión que tuve con ella hizo el diagnóstico de mi dolencia y me dijo que en unas quince o dieciséis sesiones me aliviaría. Cada sesión duraba una hora o algo más. A lo largo de ella, actuaba sobre el ciático mediante técnicas de dígitopuntura. Pacientemente lo iba desengarrotando hasta que por fin logró volverlo a su estado normal, de acuerdo con el término que había señalado.

 

Mientras hacía su trabajo, conversábamos animadamente. Era una mujer mayor con mucho recorrido e innumerables experiencias para contar. Como conocía más de medio mundo, alguna vez le pregunté por el país que más le gustaba. Me devolvió la pregunta:"¿Para visitar o para vivir?". Le dije que lo segundo. Entonces, sin vacilar, me dijo:"Este país, el de ustedes". Elogió el clima, la gente, las comodidades, pero destacó una nota que aquí quiero también subrayar:

 

“Ustedes son libres. Imagínese que tengo parientes en Estados Unidos y allá no hay libertades. Compraron un auto y al otro día los funcionarios de impuestos empezaron a averiguar de dónde habían sacado el dinero para comprarlo”.

 

Tiempo después, recibí en mi oficina de abogado la visita de un ingeniero que trabajaba con una empresa alemana. Quería hacerme alguna consulta profesional y al comenzar mi conversación con él noté que hablaba perfecto castellano. Le pregunté por su origen y me dijo que era cubano. Le dije que si había salido desde niño de Cuba y replicó que no, pues allá se crió y se educó, para después proseguir sus estudios de Ingeniería en la Unión Soviética y Alemania Oriental. Le tocó la caída del comunismo y decidió quedarse en Alemania, pues en Cuba no tenía futuro profesional. Según él, en su país los profesionales terminaban manejando taxis o vendiendo legumbres. Añadió algunos comentarios sobre el régimen, diciéndome que es de carácter militar:"Los altos funcionarios, así vistan de civiles, son militares; militares son, además, los encargados del manejo de las empresas”.

 

“Como usted ha viajado mucho, creo que puede haberse formado ya su concepto sobre Colombia y tener criterios de comparación con lo que se vive en su país”, le dije. Acto seguido, respondió:"Desde luego, el mío vive bajo una dictadura. En cambio, Colombia es el país más democrático del mundo. Es tan democrático, que es un relajo".

 

Mi finado amigo Luciano Londoño me contaba que por su afición a la música caribeña, que combinaba con la de los tangos, se hizo muy amigo de una musicóloga cubana con la que compartía comentarios sobre nuestros países. Ella le hablaba de las penurias que afligían a sus compatriotas. Mi amigo, tal vez para consolarla, le hacía ver la pobreza de nuestros barrios periféricos. Le tapó la boca esta tajante observación de su interlocutora:"Es cierto, acá también se vive en medio de muchas dificultades, pero con la diferencia de que ustedes tienen esperanza".

 

En 1987, cuando por obra de “una escasez que hubimos” fui a parar a la Corte Suprema de Justicia, tuve oportunidad de asistir con varios de mis colegas de magistratura a la celebración de los 75 años del Tribunal Superior de Pamplona. Uno de sus integrantes  que nos sirvió de amable guía me llevó con dos de mis compañeros de Sala a Cúcuta y luego a la vecina San Cristóbal, en donde enriquecí mi colección gardeliana con un álbum doble que contenía 50 grabaciones de antología. El álbum valía por una sola pieza: la zamba “Por el camino”, que nunca antes había salido al mercado. No sonaba bien, pero al menos era audible. Tiempo después, el embajador venezolano Juan Moreno Gómez, conocedor como pocos de todo lo atinente al “Zorzal Criollo”, me contó la historia de esa grabación que había quedado inédita porque, después de oírla, Gardel dijo:"Esta no va; es mucho mejor la versión de Corsini”. Estaba en lo cierto.

 

Pues bien, al recorrer las calles de San Cristóbal me llamó la atención que en cada esquina había placas con textos de Bolívar. Nuestro cicerone me advirtió que al pasar frente a cada una de esas placas me descubriera la cabeza, para evitar así problemas con la policía.¡Algo impensable en Colombia!

 

Nuestra libertad y nuestra democracia son evidentemente imperfectas. Y, por supuesto, no nos faltan los abusos policivos. Pero, si nos comparamos con muchos de nuestros vecinos, bien podremos afirmar con Don Marco Fidel Suárez que “Colombia es tierra estéril para las dictaduras”.

 

Esa tradición libertaria está a punto de romperse con las claudicaciones de Santos frente al narcoterrorismo de las Farc, a las que ya ha equiparado con la institucionalidad legítima de nuestro país.

 

Esa equiparación es de por sí inconcebible si se considera la naturaleza criminal de esa organización. Peor todavía: no solo sus actividades y procedimientos son detestables; también lo es la ideología totalitaria y liberticida que la anima.

 

Conviene volver sobre ello. Las Farc no han dado muestra alguna de querer adaptar sus métodos y sus fines a nuestra institucionalidad democrática y liberal. Por el contrario, pretenden que sea esta la que se acomode a su propósito final de conquista del poder para instaurar entre nosotros un régimen de inspiración castro-chavista. Para ello, aspiran a unos acuerdos que les garanticen el control de buena parte de la Colombia rural, desde donde estarían en capacidad de tomarse por asalto el resto, la Colombia urbana. Su idea no es competir dentro de unas reglas de juego limpio con los demás proyectos políticos, sino imponer los suyos con la arbitrariedad de que han hecho gala a lo largo de más de medio siglo de depredaciones.

 

Uno quisiera ser optimista sobre los resultados de los diálogos de La Habana. Pero, como decía Lenin, uno de los más conspicuos ideólogos de las Farc, “los hechos son tozudos”. Lo que Santos ha entregado es ya irreversible. Las Farc, en cambio, nada significativo han cedido, partiendo de la base de que se niegan a admitir verdades de a puño y  a reconocer a sus víctimas.

 

Es probable, como lo dicen en “La Hora de la Verdad”, que el gravísimo episodio del secuestro del general Alzate culmine en otro rotundo triunfo estratégico suyo, lo del cese bilateral del fuego que amarraría a la fuerza pública a la hora de proteger a las comunidades.

 

No soplan buenos vientos en la Colombia de hoy.