martes, 1 de diciembre de 2015

Marx a la carta

Hay dos comentarios de Raymond Aron sobre el marxismo que conviene traer a colación para lo que sigue.

El primero de ellos reza que el pensamiento de Marx es simple para los simples y sutil para los sutiles. El segundo señala que dicho pensamiento es inagotable y equívoco.

Significa ello que hay Marx para todos los gustos. Les sirve a los ignaros que necesitan apoyarse en cualquier armazón ideológica, pero también, a los que gustan de discutirlo todo al estilo de los famosos teólogos bizantinos que debatían hasta el cansancio sobre el sexo de los ángeles.

Hay muchos desarrollos posibles de lo que Marx dejó escrito con envidiable profusión, y es así como se habla, por ejemplo, del Marx joven y del Marx maduro para sustentar en el uno o en el otro diferentes posturas ideológicas que lo ubican bien dentro del humanismo, ora dentro del estructuralismo. De ahí la equivocidad de su pensamiento, tal como lo observa Aron.

Es un pensamiento que está vivo, no obstante la caída del comunismo en Europa oriental y sus inesperadas metamorfosis en el continente asiático.

En rigor, la revolución cultural que devasta al mundo occidental hoy en día, y de la que estamos padeciendo severos coletazos, se inspira en muy buena medida en el marxismo cultural, si bien en ella obran otros ingredientes, como los que proceden del pensamiento freudiano.

Recomiendo a propósito de ello dos interesantes artículos publicados hace poco en Crisis Magazine y en el sitio de Henry Makow: http://www.crisismagazine.com/2015/cultural-marxism-is-at-the-heart-of-our-moral-disintegration y http://henrymakow.com/2015/10/Guy-Carr-Globalists-are-Satanists%20.html.

El primero de ellos sitúa en el marxismo cultural que impulsó la famosa Escuela de Frankfurt y ha influido decisivamente en la educación pública norteamericana a través de la Universidad de Columbia, el núcleo de la desintegración moral de los Estados Unidos. Pero el segundo va más allá y destaca la influencia de Freud y de las hoy desacreditadas investigaciones de Kinsey en las transformaciones que ya en los años cincuenta del siglo pasado denunciaba el célebre sociólogo de origen ruso Pitirim Sorokin en “The American Sex Revolution”.(Vid.http://cliffstreet.org/index.php/writings-pitirim-sorokin/278-reviews/158-sorokin-american-sexual-revolution).

Guy Carr recuerda en “Pawns in the game” cómo Lenin proclamaba que “El mejor revolucionario es un joven absolutamente desprovisto de moralidad”, como los que, dicho sea de paso, nutren las filas de las Farc y han envejecido en ellas.

Quizás lo que ha perdurado del copioso arsenal ideológico del marxismo sea el tema de la emancipación del hombre. Pese a sus derivas totalitarias, el pensamiento de Marx se centra en la libertad humana y más precisamente en las condiciones sociales que a su juicio la hacen posible.

La lucha por la emancipación se libra contra las alienaciones que según creen Marx y sus seguidores le impiden al hombre ser él mismo y frustran lo que en términos heideggerianos sería su existencia auténtica. Se trata de liberarse de las cadenas de la naturaleza, de la historia, de la moralidad, de los convencionalismos sociales y, en suma, las que forja la idea de Dios.

Recordemos la conocida frase "Si Dios no existe, todo está permitido", que proclama Iván Karamazov, el desafiante personaje en que el vigoroso genio de Dostoievsky encarna al ateo revolucionario.(Vid. https://es.wikiquote.org/wiki/Los_hermanos_Karam%C3%A1zov).

Dios o el hombre, es la disyuntiva que plantea Sartre para afirmar su negación de Aquel, a quien, no obstante, terminó rindiéndose al final de su vida, gracias a los buenos oficios de un rabino que lo convenció de que en modo alguno “el hombre es una pasión absurda”, dado que es un ser que no solo se esfuerza en buscarle sentido a su existencia, sino que en efecto lo encuentra precisamente abandonándose a Dios.

Pues bien, a pesar de su manifiesto ateísmo, el pensamiento emancipatorio de Marx ha permeado al catolicismo a través de la Teología de la Liberación, sobre la cual acaba de publicar Julio Loredo de Izcue un importantísimo ensayo que con dicho título  presentó la semana pasada en la Universidad de Medellín.

“Teología de la Liberación, un salvavidas de plomo para los pobres” es un excelente aporte para entender el origen, el desarrollo, las vicisitudes y, sobre todo, las tesis y los entronques ideológicos de un movimiento que por obra de los ires y venires de la historia ha vuelto a ubicarse en posición preferente dentro de la Iglesia bajo el actual Pontificado.

El libro aclara que el papa Francisco no es seguidor de esa corriente teológica, sino de otra de raigambre argentina que se presenta como Teología del Pueblo. Pero las afinidades de una y otra lo han llevado a reivindicar el papel de los teólogos de la liberación que fueron marginados por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Tiempo habrá más adelante para examinar las profundas divisiones que agrietan hoy en día la Barca del Pescador.

Me limitaré a mencionar la enorme herejía que proclaman los teólogos de la liberación al enseñar que “El comunismo y el Reino de Dios en la tierra son la misma cosa”. Así lo dijo Ernesto Cardenal, agregando que “La misión de la Iglesia es predicar el comunismo” (vid. página 148).

A la luz de estos teólogos, el Reino de Dios es una “utopía popular libertaria e igualitaria” (página 144).

Sus horizontes en nada difieren de los que plantea el pensamiento libertario contemporáneo, para el que, parafraseando las conocidas palabras de Lucrecio (“Homo homini lupus”),  bien cabe afirmar que “Homo homini deus” (“El hombre es dios para el hombre mismo”).

El libro en mención nos permite entender por qué ciertos sectores de la Iglesia colombiana  contemporizan con las Farc y el Eln, y hasta cooperan activamente con sus empresas subversivas.

Los interesados en este libro indispensable para el esclarecimiento de lo que significa la Teología de la Liberación en las palabras y en los hechos, pueden dirigirse al Centro Cultural Cruzada, cra. 30A No. 9-66, casa 102, teléfono 4174505, Medellín.

3 comentarios:

  1. Me gusto mucho este artículo chucho.
    Saludos y un abrazo
    Tu alumna y amiga Cristina Escobar Mejia

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  2. ¡Excelente artículo! Definitivamente me quedo con el segundo. A Marx lo volvieron mamón, nocivo e iluso, los marxistas.
    Saludos y feliz navidad,
    Juanfer

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  3. Felicitaciones Don Jesús.
    Luis Fernando Escobar

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