viernes, 6 de julio de 2012

Ruindad y abyección

Estas son las palabras que vienen a mi mente cuando trato de calificar los acontecimientos de las últimas semanas en Colombia.

Ya me he referido al comportamiento del Presidente en relación con  la crisis tanto política como institucional que se ha desatado a raíz del aborto de la reforma de la justicia.

Sólo me resta agregar algo sobre las declaraciones que el martes pasado les dio a María Isabel Rueda en “El Tiempo” y a “Caracol Televisión”, para completar el cuadro de un gobernante que, en lugar de responder con altura a semejante crisis, ha resuelto hundirse más en el cieno de su indignidad.

En vez de reconocer con franqueza sus errores y convocar al país a la concordia para superar esta mala hora, Santos prefirió mostrarse altivo y amenazante. Y, para colmo, remató con el más alevoso de  los agravios a su Vicepresidente, que en su lecho de enfermo hubo de enterarse con asombro de que Santos busca eliminar su cargo a través de una reforma constitucional.

El país está notificado: de Santos no puede esperarse ningún gesto de grandeza, así sea fingida. La ruindad campea en la Casa de Nariño.

Pero, si por esta llueve, en el vecino Capitolio no escampa.

Miro hacia atrás y no encuentra mi memoria caso alguno en el pasado colombiano de un Congreso tan abyecto como el actual.

Reitero aquí lo que dije en uno de mis “trinos”: los congresistas votaron como borregos el Marco Jurídico para la Impunidad, confiados en en que a cambio el gobierno les ayudaría con la reforma judicial transmutada en otro marco jurídico para resolverles sus problemas con la justicia, y Santos les quedó mal. No sólo les echó la culpa del estropicio, sino que los obligó a revocarlo de modo que se quedaran con el pecado y sin el género.

¿Qué podemos esperar a partir  de la vileza que se ha enseñoreado en las alturas?

Una sabia sentencia enseña que cuando los que gobiernan pierden el decoro, los llamados a obedecer pierden el respeto.

Las consecuencias de tener una Constitución mancillada tanto en su letra como en su espíritu no tardarán en dejarse sentir.

Ya se han manifestado en unas encuestas que indican que toda la alta institucionalidad estatal se encuentra desacreditada.

De ello dan cuenta en las rechiflas que ha sufrido Santos en sus encuentros con la gente del común. Lo del “Campus Party” hace pocos días en Bogotá es buena muestra de lo que probablemente ocurrirá en lo sucesivo, pues la gente está indignada con el cinismo y el doble discurso del primer mandatario.

Gobierno, Congreso, Cortes: todos a una desprestigiados y sin credibilidad, “cuesta abajo en su rodada” como en el célebre tango de Gardel.

¿Qué hacer?

Ya se advierten en el seno de la opinión callejera unas voces de “indignados” que podrían tomar los rumbos más insólitos, capaces de llevarnos tanto hacia la anarquía como a  la dictadura.

Si  a la cabeza del gobierno estuviera alguien con una pizca al menos de grandeza, se estaría convocando a lo mejor del país para deponer los odios y pensar en soluciones constructivas.

Pero de Santos no cabe esperar que dé lo que no tiene. Y tampoco podemos confiar en que del Congreso, que mostró la hilacha, vengan las luces que en estos momentos de cerrazón podrían guiarnos por buen camino.

Queda Uribe, con todos sus defectos y sus errores, pero compensados con creces con su inmenso amor a Colombia y su sintonía cordial con el alma popular.

Ya salvó una vez a la patria. Ahora le toca liderar un movimiento de opinión que desemboque en la escogencia de un excelente candidato presidencial y unos excelentes candidatos para el Congreso, comprometidos en torno de un programa de reformas que, conservando lo rescatable de la Constitución de 1991 y corrigiendo sus deficiencias, la ponga a tono con las necesidades del presente.

Es una fortuna que Colombia cuente hoy con un líder que goza de un bien ganado prestigio en el pueblo y ofrece ponerse al servicio de una plataforma de centro democrático que no constituye amenaza alguna para ningún sector de la comunidad, salvo los violentos, y procura conciliar las legítimas aspiraciones tanto del capital como del trabajo.

Las consignas de seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social que proclama Uribe mantienen su actualidad frente a un gobierno que, habiéndose hecho elegir con la promesa de seguir trabajando por ellas, las ha desvirtuado con su frivolidad.

No será fácil recuperar el rumbo de la famosa gallinita.

Hay enormes obstáculos para superar, comenzando con la obsesión de Santos y su séquito de sacarle a Uribe los trapitos al sol, al tenor de la denuncia que acaba de hacer el candidato oficial a la sucesión presidencial contra Santiago Uribe Vélez, y con el  propósito de unos congresistas desprestigiados de hacerse reelegir a costa del presupuesto público.

Ignoro si la Gran Prensa, que está hoy en buena parte en  poder de grupos económicos no necesariamente identificados con la vocería de las comunidades, se mantenga en la tónica de continuar desprestigiando a Uribe o, por el contrario, se muestre imparcial y abra espacios adecuados para la difusión de su convocatoria.

En el discurso que anoche pronunció para rendirle homenaje a Fernando Londoño Hoyos por su entereza frente al terrorismo, Uribe hizo un llamado para que en todas partes se integren grupos de apoyo a unas propuestas que no son de exclusión, sino de integración de todos los que estamos preocupados por la necesidad de retomar un camino del que sin razones convincentes nos hemos desviado.

Si ahora estamos haciendo una convocatoria contra el terrorismo, no es por consideraciones de oportunidad electoral ni de intereses partidistas, sino porque Santos y el Congreso han lanzado señales ambiguas que indican que no tienen la decisión de confrontarlo, sino la de concertar con sus actores algo así como una rendición disimulada con el pretexto de la paz.

¿Cómo se la ocurre a Santos decir que el tema del terrorismo debe estar ausente de la discusión pública?¿Qué entiende él por política?¿No han determinado los terroristas el curso de la política colombiana por lo menos en el último cuarto de siglo?¿De dónde saca que los que ponen en cuestión su mala política están jugando con la sangre de los soldados de Colombia, cuando es él quien con su desorientación los  está llevando tanto a ellos como a la gente más desprotegida al holocausto?

Él quiere negociar con los terroristas y con ese propósito forzó la aprobación de una inicua reforma constitucional. Y ellos son los que más provecho están sacando de la confusión en que Santos y sus congresistas  están sumiendo al país.

Hay que reiterarlo: el mejor programa de paz es la derrota del terrorismo. Las señales que hay que enviarles a sus promotores no pueden ser de debilidad ni de apaciguamiento. Por el contrario, deben ser de entereza y claridad. Es, además, lo que el pueblo quiere.

7 comentarios:

  1. Según una encuesta recién publicada el candidato del uribismo sería "pachito" que horror!!!!!!!!!!. Vamos a repetir la historia de Venezuela como consecuencia de la soberbia y falta de grandeza de Uribe incendiario.

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  2. Artículo digno de ser vaciado en letras de oro. Esperemos que sea leído por el Presidente Santos, quiien creo sabe leer así sea juntando letricas, el problema es...¿Sí entenderá?
    Felicitaciones don Chucho.
    JEALBO

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  3. Como es costumbre, excelente artículo; ejemplar radiografía de lo que es Juan Manuel Santos, de lo que sucede con él en su desmedido afán de salir avante en todo y por todo; no le interesa nada ni nadie. Acabo de escribir por ahí y con referencia al pretendido destierro de la Vicepresidencia, que solamente lo hace con el fin de desviar la atención, sin importarle siquiera que el doctor Angelino Garzón se encontraba luchando por su vida en aquella clínica de la cual ya salió, gracias a Dios. Actitudes del traidor, del satrapa. Ahora, que trapitos al sol a Alvaro Uribe, que se los sacará o qué seria si se los sacara; que es eso? No tiene presentación, no se compadece de un presidente; acaso, los trapitos no lo envolvieron a él siendo su Ministro de Defensa? Que insensatez.

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  4. La derrota del terrrorismo es lo que el pueblo quiere y, por lo tanto, un programa tal sería acogido con gusto por los colombianos.

    Magnífico lo del movimiento de puro centro! Esperemos que el expresidente Uribe no se equivoque al escoger o dar su visto bueno a los candidatos de este movimiento. Si esos candidatos no son sinceros con la política de la seguridad democrática, el terrorismo capitalizaría ese error en contra de Colombia.

    Es reconfortante ver que Uribe liderará éste, el más noble de los procesos.

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  5. Soñamos con una Constitución que sepa interpretar y acoger aquel principio olvidado de que la soberanía reside mas en la Nación, que en la mitad mas uno!. El pueblo tiene una historia, una cultura, unos valores, un norte, que son la garantía de su estabilidad y progreso civilizado. Eso entendemos por Nación. Por eso Alvaro Gómez decía que en Colombia había mas talante de derecha que partido!. El pueblo aún cree en sus valores a pesar de sus gobernantes!. Uribe representó y lideró ese sentir soberano, por eso conquisto el sano fervor popular. Ese mismo fervor que derrotó la "reforma a la justicia", porque nuestros valores nacionales no aceptan la impunidad para el narcoterrorismo, ni para la delincuencia congresional o de toga!. El gobierno non Santo del ex-ministro de hacienda de Pastrana debe aprender dónde reside la soberanía, cómo se conquista el fervor popular, y cómo debe respetarse la Constitución, tanto en su espíritu como en la letra. La viola en su espíritu, y por la reacción popular, aborta lo que traficó y concibió, violando su letra. Mano y espíritu negro!. Por ahí no es la cosa!. Para eso no fue elegido!. Será tan débil la democracia y tan funesto el código del 91, que votando por la continuidad de las políticas del Presidente Uribe, le entreguemos el país a Chávez y a Teodora, de manos del candanguero ex-ministro aquel?

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  6. Excelente artìculo. Estoy de acuerdo con los planteamientos. Me parece ofensivo y engañoso lo que nos ha ocurrido a los colombianos de bien.
    Luz Marìa Arango

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  7. Es preferible derrotar al terrorismo, así toque entregar el manejo del estado a los corruptos para que lo sigan robando. Bienvenido uribe, no importa que dentro de 20 años aún sigan los terroristas haciendo de las suyas, para que aquellos que no les importa más allá de lo personal, puedan engrandecer su futuro. Bienvenido sea entonces, el terrorismo de la derecha: LA CORRUPCIÓN....!!!

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