Traigo a colación las palabras de Epifanio Mejía con que empieza el Himno de Antioquia, para contar algunas anécdotas y hacer unas breves reflexiones sobre lo que le espera a nuestra libertad en medio de las circunstancias que ahora nos rodean.
Resulta que hace ya no sé cuántos años sufrí una agudísima dolencia en la columna vertebral que me llenó del temor de quedar inválido. Un tiempo atrás había padecido lo mismo, que es terrible, y hube de someterme a una muy exitosa cirugía que alivió mis dolores y me permitió volver a caminar, a montar a caballo y, en fin, a mi vida normal. Pero la dolencia renació y estaba prácticamente baldado. Como no quería repetir la experiencia de los medicamentos tan fuertes que tuve que tomar la primera vez, ni tampoco la de la intervención quirúrgica, a pesar de lo positiva que esta resultó, me puse en manos de una terapeuta rusa que anunciaba tratamientos de acupuntura china.
En la primera sesión que tuve con ella hizo el diagnóstico de mi dolencia y me dijo que en unas quince o dieciséis sesiones me aliviaría. Cada sesión duraba una hora o algo más. A lo largo de ella, actuaba sobre el ciático mediante técnicas de dígitopuntura. Pacientemente lo iba desengarrotando hasta que por fin logró volverlo a su estado normal, de acuerdo con el término que había señalado.
Mientras hacía su trabajo, conversábamos animadamente. Era una mujer mayor con mucho recorrido e innumerables experiencias para contar. Como conocía más de medio mundo, alguna vez le pregunté por el país que más le gustaba. Me devolvió la pregunta:"¿Para visitar o para vivir?". Le dije que lo segundo. Entonces, sin vacilar, me dijo:"Este país, el de ustedes". Elogió el clima, la gente, las comodidades, pero destacó una nota que aquí quiero también subrayar:
“Ustedes son libres. Imagínese que tengo parientes en Estados Unidos y allá no hay libertades. Compraron un auto y al otro día los funcionarios de impuestos empezaron a averiguar de dónde habían sacado el dinero para comprarlo”.
Tiempo después, recibí en mi oficina de abogado la visita de un ingeniero que trabajaba con una empresa alemana. Quería hacerme alguna consulta profesional y al comenzar mi conversación con él noté que hablaba perfecto castellano. Le pregunté por su origen y me dijo que era cubano. Le dije que si había salido desde niño de Cuba y replicó que no, pues allá se crió y se educó, para después proseguir sus estudios de Ingeniería en la Unión Soviética y Alemania Oriental. Le tocó la caída del comunismo y decidió quedarse en Alemania, pues en Cuba no tenía futuro profesional. Según él, en su país los profesionales terminaban manejando taxis o vendiendo legumbres. Añadió algunos comentarios sobre el régimen, diciéndome que es de carácter militar:"Los altos funcionarios, así vistan de civiles, son militares; militares son, además, los encargados del manejo de las empresas”.
“Como usted ha viajado mucho, creo que puede haberse formado ya su concepto sobre Colombia y tener criterios de comparación con lo que se vive en su país”, le dije. Acto seguido, respondió:"Desde luego, el mío vive bajo una dictadura. En cambio, Colombia es el país más democrático del mundo. Es tan democrático, que es un relajo".
Mi finado amigo Luciano Londoño me contaba que por su afición a la música caribeña, que combinaba con la de los tangos, se hizo muy amigo de una musicóloga cubana con la que compartía comentarios sobre nuestros países. Ella le hablaba de las penurias que afligían a sus compatriotas. Mi amigo, tal vez para consolarla, le hacía ver la pobreza de nuestros barrios periféricos. Le tapó la boca esta tajante observación de su interlocutora:"Es cierto, acá también se vive en medio de muchas dificultades, pero con la diferencia de que ustedes tienen esperanza".
En 1987, cuando por obra de “una escasez que hubimos” fui a parar a la Corte Suprema de Justicia, tuve oportunidad de asistir con varios de mis colegas de magistratura a la celebración de los 75 años del Tribunal Superior de Pamplona. Uno de sus integrantes que nos sirvió de amable guía me llevó con dos de mis compañeros de Sala a Cúcuta y luego a la vecina San Cristóbal, en donde enriquecí mi colección gardeliana con un álbum doble que contenía 50 grabaciones de antología. El álbum valía por una sola pieza: la zamba “Por el camino”, que nunca antes había salido al mercado. No sonaba bien, pero al menos era audible. Tiempo después, el embajador venezolano Juan Moreno Gómez, conocedor como pocos de todo lo atinente al “Zorzal Criollo”, me contó la historia de esa grabación que había quedado inédita porque, después de oírla, Gardel dijo:"Esta no va; es mucho mejor la versión de Corsini”. Estaba en lo cierto.
Pues bien, al recorrer las calles de San Cristóbal me llamó la atención que en cada esquina había placas con textos de Bolívar. Nuestro cicerone me advirtió que al pasar frente a cada una de esas placas me descubriera la cabeza, para evitar así problemas con la policía.¡Algo impensable en Colombia!
Nuestra libertad y nuestra democracia son evidentemente imperfectas. Y, por supuesto, no nos faltan los abusos policivos. Pero, si nos comparamos con muchos de nuestros vecinos, bien podremos afirmar con Don Marco Fidel Suárez que “Colombia es tierra estéril para las dictaduras”.
Esa tradición libertaria está a punto de romperse con las claudicaciones de Santos frente al narcoterrorismo de las Farc, a las que ya ha equiparado con la institucionalidad legítima de nuestro país.
Esa equiparación es de por sí inconcebible si se considera la naturaleza criminal de esa organización. Peor todavía: no solo sus actividades y procedimientos son detestables; también lo es la ideología totalitaria y liberticida que la anima.
Conviene volver sobre ello. Las Farc no han dado muestra alguna de querer adaptar sus métodos y sus fines a nuestra institucionalidad democrática y liberal. Por el contrario, pretenden que sea esta la que se acomode a su propósito final de conquista del poder para instaurar entre nosotros un régimen de inspiración castro-chavista. Para ello, aspiran a unos acuerdos que les garanticen el control de buena parte de la Colombia rural, desde donde estarían en capacidad de tomarse por asalto el resto, la Colombia urbana. Su idea no es competir dentro de unas reglas de juego limpio con los demás proyectos políticos, sino imponer los suyos con la arbitrariedad de que han hecho gala a lo largo de más de medio siglo de depredaciones.
Uno quisiera ser optimista sobre los resultados de los diálogos de La Habana. Pero, como decía Lenin, uno de los más conspicuos ideólogos de las Farc, “los hechos son tozudos”. Lo que Santos ha entregado es ya irreversible. Las Farc, en cambio, nada significativo han cedido, partiendo de la base de que se niegan a admitir verdades de a puño y a reconocer a sus víctimas.
Es probable, como lo dicen en “La Hora de la Verdad”, que el gravísimo episodio del secuestro del general Alzate culmine en otro rotundo triunfo estratégico suyo, lo del cese bilateral del fuego que amarraría a la fuerza pública a la hora de proteger a las comunidades.
Si perdimos la PAZ y el querer buscarla se pierde en una sucia mesa, por favor...No podemos perder la LIBERTAD. Bienvenida la PAZ, pero con Justicia y con cero Impunidad. Juanfer
ResponderEliminaruna completa mierda
ResponderEliminarla verdad como toda la basura q emite este señor... más terror y veneno...
ResponderEliminarbasura, pura basura... como todo lo q este señor publica... mentiras y mentiras
ResponderEliminarbla bla bal, una mugre... no aporta ni consturye solo ataca y daña, siembra de terror como todo lo q habla Uribe...
ResponderEliminarseñor vallejo pura caca...
ResponderEliminarRespetado presidente Uribe. Disculpe mi atrevimiento por opinar en su vida privada. Pero con respecto a sus antecedentes de su columna vertebral, lo menos indicado es que usted exponga su salud y mas aun, exponer su movilidad con esas cabalgatas. Es una actividad demasiado traumática para su espalda. Y si usted tiene antecedentes de una intervención quirúrgica, la cual me imagino que fue con alguno de sus discos, debe de darle mas amor a su columna, recuerde que solo tenemos una, y con el pasar de los años, esas almohadas se van desgastado,. Así que antes de montarse en uno de sus caballos de nuevo, recuerde el calvario que le toco pasar. Y si alguna vez necesita de una eminencia en este tema, le recomiendo al Doctor Hernán Darío Estrada, El le jalara las orejas por ser tan desjuiciado. Saludos.
ResponderEliminarNo..... Que cosa tan ridicula.... Este señor no puede compartir nada bueno. Olvida que Colombia merece vivir en PAZ, que Uribe ha sido un gran impulsor de la violencia y el horror sembrado por sus Grupos Paramilitares (Remember los 12 Apostoles), olvida la tristeza de millones de Colombianos desplazados, olvida que tuvo durante 8 años la oportunidad de darle algo bueno al país.... Se equivocan quienes creen que Colombia tiene democracia, cuando no es mas que un feudalismo traido a la época actual. No soy partidario de las FARC, deploro la violencia y el horror que han causado, sin embargo; es con estos bandidos con los que hay que pactar una PAZ; o acaso con los buenos vecinos. Después de lograr la PAZ con las FARC, Colombia sera un buen país el dia que logre sacar a los políticos corruptos, los Pastrana, Lopez, Samper, Uribe, Santos etc.
ResponderEliminarLlegue a leer este articulo pensando que el genocida Alvaro Uribe compartia algo bueno.... Pero claramente es una manipulación para seguir convenciendo a sus borregos que se resisten a utilizar la única neurona que les queda...... So Bad!
No es que me parezca de malas el doctor Vallejo sino que me parece de malas el país. A juzgar por los comentarios, los que quedan contentos con la lectura se su siempre lúcida columna se quedan callados y le dejan el espacio a las bocotas de dos o tres malandrines o despistados. En fin: las Farc ya andan en todo...
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