jueves, 14 de mayo de 2015

Entre copa y copa

Un testigo presencial le informó al Procurador  que, en medio de libaciones, el fiscal Montealegre se jactó de haber participado decisivamente en la reelección de Santos, con su jugada del “hácker”, y de ser el alma de la conspiración para buscar que el Consejo de Estado anule la reelección de Ordóñez.

Lo del “hácker” Sepúlveda, tal como lo denuncié en varios artículos para este blog el año pasado, exhibe todos los visos de un montaje urdido por el siniestro binomio Santos-Montealegre, con la colaboración de la revista “Semana”, el diario “El Tiempo” y los dirigentes de la Mesa de Unidad Nacional, entre otros.

El punto de partida del operativo fue la grabación subrepticia e ilegal desde todo punto de vista que hizo un supuesto socio español de Sepúlveda de un encuentro de este con el candidato opositor Óscar Iván Zuluaga. Violando la reserva del sumario, la Fiscalía le entregó esa grabación, posiblemente manipulada, a la prensa adicta al gobierno y cómplice de este, para así sustentar un escándalo que presentaba a la campaña del Centro Democrático como una empresa criminal, tal como descaradamente lo afirmó Santos antes de las elecciones.

Creo que nunca antes en la historia de Colombia se había visto algo tan sucio: un Presidente-candidato dedicado a desacreditar a su principal oponente, con la complicidad del Fiscal General de la Nación y otras altas personalidades públicas, a través de esa sí una ominosa empresa criminal que contaba con la garantía de una total impunidad.

El modus operandi de esa empresa criminal ya se ha ensayado en otras ocasiones. Consiste en valerse de principios como el de oportunidad y el de colaboración eficaz, así como de falsos testigos que se autoincriminen involucrando a terceros, para lograr unas sentencias condenatorias debidamente arregladas, que después se esgrimen frente a quienes que no han sido parte en  procesos en  que no se los ha oído y ni siquiera se les ha permitido hacerse presentes.

Como suele advertirse en el cine, cualquier parecido de estas actuaciones con las de la justicia totalitaria es resultado de  meras coincidencias.

Contrasta la saña que el Fiscal ejerce contra el uribismo y sectores que considera que podrían serle afines, con la  escandalosa proclividad que pone de manifiesto en torno  de los grupos subversivos. 

Dice la prensa hoy que como contra estos hay abiertos más de 13.000 procesos, se considera que no hay más remedio que insistir en las soluciones de la justicia transicional para resolver sus situaciones jurídicas, pues las que ofrece la Ley de Justicia y Paz no resultan adecuadas (http://www.elcolombiano.com/colombia/paz-y-derechos-humanos/justicia-y-paz-para-las-farc-no-es-un-marco-adecuado-fiscal-FY1919007).

Pero ese mismo es el número de actuaciones que se dice que hay en curso contra empresarios por supuesto apoyo a los grupos de autodefensa y con las que se los está amenazando.

Ello quiere decir que la Fiscalía se siente impotente para actuar en contra de los guerrilleros,  pero en cambio se apresta a perseguir al empresariado. De ese modo, una vez suscritos los acuerdos de paz con la subversión, se espera que aquella tendrá todos los elementos para ejercer una justicia revolucionaria contra agricultores y ganaderos sindicados de haberse defendido de las depredaciones de los guerrilleros.

Ya se está abriendo campo la idea de que el Fiscal está desbocado y, como dice “El Colombiano” hoy, "baila a su propio ritmo" (Vid. http://www.elcolombiano.com/montealegre-baila-a-su-propio-ritmo-analistas-YL1915643).

Lo que está sucediendo es, como dije en artículo anterior, fruto de que en buen grado nuestra dirigencia política está poseída por “hybris”, ese espíritu de desmesura que destruye la armonía colectiva.

Pero hay ingredientes peores en esa olla podrida que nos está intoxicando.

Uno de ellos es el espíritu de traición, al que se refirió mi dilecto amigo José Alvear Sanín en escrito titulado “Del placer de traicionar”, que aquí menciono para que quede constancia suya ante la historia.( http://periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/8476-del-placer-de-traicionar).

El otro es no menos abyecto y nocivo: el espíritu de cobardía, ese que Dante  encuentra en “la triste secta, renegada por Dios y su enemigo, juntamente.”(http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/poesia/infierno/b-601671.htm).

De los que están poseídos por tan mal espíritu, dice el poeta:

“Esta turba, que en vida no fue nada,

desnuda va, por nubes incesantes,
de tábanos y avispas hostigada,

que regaban de sangre sus semblantes,

y a sus pies con sus lágrimas caía,

chupándola gusanos repugnantes.”

 

Pues bien, llámesela triste secta o turba, sobre la elite de los cobardes que saben que el país va por mal camino, pero contemporizan con la traición de Santos para que este y sus secuaces no los intimiden, tal como lo señala mi también dilecto amigo Juan David Escobar Valencia en escrito que igualmente es premonitorio y acusador ( Vid. http://periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/8489-olvidensen-del-campo-ya-lo-entregaron), recaerá la responsabilidad histórica de la claudicación de la débil pero antigua democracia colombiana frente a esas hordas salvajes animadas por una ideología totalitaria y liberticida que son las Farc y el Eln.

Hay quienes piensan que esas elites ya están protegidas por sus inversiones en el exterior y tienen la esperanza, además, de seguir haciendo negocios rentables con los que aspiran a ser los nuevos dueños del país, dado que, según creen, el capital no tiene patria y, como dice Marx en texto célebre, su consigna es enriquecerse, tal como lo ordenan la Ley y los Profetas.

No me atrevo, sin embargo, a formular tan destemplada hipótesis, pues los mejores años de mi vida los pasé trabajando en la Asociación Nacional de Industriales, en donde conocí patriotas de verdad y gente de acendrado carácter que me brindó lecciones indelebles que contribuyeron decisivamente a mi formación.

No creo que todos nuestros dirigentes empresariales y ni siquiera su mayoría, hacen parte de la triste secta de los cobardes. Me parece, más bien, que están desorientados y no saben qué hacer para reencauzar el rumbo de la patria.

A ellos les reitero lo que vengo recabando con insistencia: despierten antes de que sea demasiado tarde.

Si cobran adecuada conciencia de lo que está sucediendo, esa misma conciencia les indicará cómo obrar.

2 comentarios:

  1. ¡Excelente artículo, para reflexionar, así nos mate el pánico...
    Ese "Cocoliso Montetriste" es el veradero enemigo de Colombia, elo poder ras el trono. Para nadie es nuevo, que son muchas las cosas que dice y teje entre copa y copa, muy propio de quienes empinan el codo. Juanfer

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  2. Ante el cambio que se avecina, de una democracia deficiente y mal instituida a un totalitarismo brutal y liberticida, ya es necesario empezar a pensar en la posición a tomar frente a ese régimen que vendrá. Entre algunas de las posibilidades están: no hacer nada, criticar y oponerse a las injusticias que se están presentando, ejercer la desobediencia civil (rebelde pero pacífica), o entrar en una guerra civil. Me preocupa la actitud del Centro Democrático y del uribismo, que resiste con estoicismo los ataques de los que preparan el nuevo orden nacional, pero que a pesar de que sus atacantes le repiten una y otra vez la misma fórmula y dosis de ataque a mansalva, sobre todo en los estrados judiciales, no ha aprendido o no quiere defenderse bien ni a fondo, jurídica y políticamente.

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