Acerca de la convención de UCD
La campaña electoral que ya está en curso versa sobre dos temas que están íntimamente entrelazados: la reelección de Juan Manuel Santos y los diálogos con las Farc en La Habana.
Si estos últimos no estuvieran presentes en el escenario político, la reelección estaría descartada, pues Santos no tiene ya nada que mostrar ni ofrecer en su favor, sino el hecho de que tiene a las Farc sentadas a la mesa hablando sobre sus exigencias para que en Colombia haya paz por lo menos con sus integrantes.
Como lo dijo hace poco Salud Hernández-Mora, el de Santos es un gobierno intrascendente. Lo único de gran envergadura que exhibe es el enorme narcisismo del gobernante, que hipertrofia por sí y ante sí hasta el ridículo sus diminutas dimensiones históricas.
Bajo otras circunstancias, el proyecto reeleccionista sería un imposible político. Pero si al mismo se lo asocia con la negociación con las Farc, su viabilidad cobra visos de verosimilitud.
Al parecer, Santos todavía aspira a mostrar algún acuerdo con las Farc, antes de anunciar que aspira a ser relegido, aunque ya dijo en Panamá que probablemente el proceso con las Farc se dilate por un tiempo más.
Lo primero es muy improbable, pues las Farc solo aceptarían algo que las beneficiase ostensiblemente y que sería inadmisible para la opinión pública, lo cual pondría en grave riesgo las aspiraciones de Santos.
Para efectos del análisis de la situación, parece lógico entonces ocuparse de la segunda alternativa, a partir de la cual Santos saldría a decirle al país que es él quien ahora sí tiene las llaves de la paz y, por consiguiente, amerita ser elegido para buscar la feliz culminación de ese proceso.
Insistirá, por consiguiente, en dividir a los colombianos entre amigos y enemigos de la paz, suscitando confusión entre las gentes sencillas, a las que tratará de llegar con mensajes simples y efectistas como el de que, si usted quiere vivir en paz, vote por Santos, pero si quiere que el país se siga desangrando, vote por sus contradictores.
Por supuesto que Santos no les dirá a los colombianos cuál es su fórmula de paz, entre otras cosas, porque no la tiene. Se limitará a repetir que ya es un gran progreso tener a los capos narcoterroristas dialogando con sus delegados en La Habana y que, por el curso natural de las cosas, el diálogo algún resultado habrá de producir en cualquier momento.
Los políticos de la Mesa de Unidad Nacional corearán sus consignas porque tampoco tienen otra cosa para mostrar y ofrecer.
Ya están cantando en ese coro los de la U, los liberales y los de Cambio Radical. Y, por lo que se lee en la prensa, no faltan los conservadores que, para mantener sus gabelas burocráticas, ansían sumarse a la campaña reeleccionista.
Tal como era fácilmente previsible, la tenaza Santos-Farc ya está en acción.
Santos pondrá todo el peso de la maquinaria oficial y de los medios de comunicación que le son afectos, para presionar al electorado en favor de sus aspiraciones. Ya se sabe que estas son tan amplias como exiguos son sus escrúpulos. En una palabra, hay que partir del dato de que él no conoce talanqueras éticas ni legales, por lo cual es probable que nos toque presenciar la más descarada intervención del gobierno en un proceso electoral que se haya visto en la historia de Colombia después de las ominosas jornadas de 1949.
Por su parte, las Farc ya están actuando en la campaña al impedir en las zonas que están bajo su control, sin que el gobierno se inmute, la recolección de firmas en favor de Uribe Centro Democrático, al que tienen identificado, no sin buenas razones, como su principal enemigo.
Esta abominable tenaza se aplica ante todo a los seguidores del expresidente Uribe Vélez, porque Santos y las Farc saben que los sectores de izquierda que dicen oponerse a la reelección no son contrarios a los diálogos de La Habana, motivo por el cual cuentan con ellos para asegurar la mayoría en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Uribe Centro Democrático convoca a una amplísima franja de la opinión, posiblemente mayoritaria, que no cree en Santos ni en las Farc. Pero es una opinión que toca liderar, organizar y encauzar para que logre expresarse efectivamente en las próximas elecciones para Congreso y Presidente que se llevarán a cabo en marzo y mayo del año venidero.
Para cumplir con ese objetivo, tiene que adoptar un programa que sea convincente y seleccionar un candidato presidencial que atraiga al electorado. Es lo que se espera que suceda en la convención que se llevará a cabo en esta semana.
Pero, además, UCD tiene que mostrar unidad en sus propósitos, respetabilidad en sus procedimientos, firmeza en sus determinaciones.
La cizaña que desde sus propias filas se pretende sembrar solo tiene el cometido de debilitar al movimiento y desacreditar a sus promotores, en beneficio de la tenaza Santos-Farc.
Pero hay algo más, para nada secundario, sino fundamental: el mensaje al electorado no puede presentarse en términos negativos (“No a Santos, no a los diálogos en La Habana”), sino que debe ofrecer opciones positivas.
Colombia quiere seguridad, que es lo que se ha perdido con Santos, pero no renuncia a la búsqueda de la paz, eso sí, en términos dignos para las comunidades y no bajo abyectas claudicaciones con los narcoterroristas. Por consiguiente, los ideólogos de UCD necesitan esmerarse en mostrarle al país que tienen propuestas realistas para enderezar el proceso iniciado por Santos.
Me habría gustado hacer acto de presencia en la convención, porque apoyo con firmeza al expresidente Uribe y estoy de acuerdo tanto con su diagnóstico sobre la problemática actual como con las soluciones que propone. Pero mis circunstancias domésticas lo impiden.
De todo corazón, formulo votos fervientes por el buen suceso de tan significativo evento.
¡Excelente artículo Doctor Vallejo y abre una válvula de reflexión a los Colombiano de bien, que estamos convencidos que la PAZ de Santos es una gran mentira soportada por la personalista soberbia de nuestro "primer" mandatario, quien hace cualquier clase de maromas, para mantenerse en su ambición de reelección y de un Nobel, cuando sabe, que ni lo uno ni lo otro va a lograr.
ResponderEliminarEl pueblo Colombiano ha madurado y sabe que en la Habana, sólo interesa negociar la IMPUNIDAD y paremos de contar.
Soy amigo fiel de la PAZ, nuestra mayor ambición, pero nunca, acompañada de ese chantaje, como sería otorgar la IMPUNIDAD y el PERDÓN, a quienes han martirizado el país por más de cincuenta años y de la forma más violenta y bárbara, que nación alguna hubiese conocido.
Un millón de veces, bienvenida la PAZ, pero no la paz de Santos, la paz de la soberbia y el endiosamiento, esa que se sustenta en bases endebles no duraderas y en una ambición loca de poder, aceptando la IMPUNIDAD, para pasar a las historia como el "presidente" que logró la conciliación y la concordia, así multiplique la guerra por 10.
Jealbo
"Uribe Centro Democrático"; entre Oscar Ivan Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo y Francisco Santos deberá escogerse el candidato del partido para la presidencia de la República que, sin lugar a esguinces habrá de continuar con la política evidenciada por Alvaro Uribe Velez ante la talanquera que le pusiera la Corte Constitucional. Nada de traidores, como sucedió con Juan Manuel Santos, por lo que habrá que derrotarlo para que enfrente ante el País Nacional entero y ante la historia, las secuelas de su traición. Sin duda alguna, el candidato que sea escogido habrá de gobernar -como lo dijo Uribe y debe ser- bajo las banderas de Alvaro Uribe Velez junto a los otros dos contendores. Es un equipo que debe mirar al País, su bienestar presente y futuro, junto con los candidatos al Congreso. Y, no es que no se desee la paz; obviamente es un clamor nacional, pero no entregando al País a quienes lo masacran.
ResponderEliminarMe parece que los precandidatos presidenciales del UCD tienen virtudes y defectos diferentes. Mi intuición me dice que Carlos Holmes Trujillo tiene la idiosincracia del politico tradicional colombiano. Oscar Iván Zuluaga es más afín, en su pensar y actuar, a César Gaviria que a Alvaro Uribe. Pacho Santos es el polo opuesto de su primo, el Presidente. Pacho es descomplicado y carente de vanidad; a él lo mueve el deseo de hacer cosas en beneficio de sus conciudadanos, no de sí mismo o de algún grupo en particular. Creo que Pacho haría un gobierno fenomenal siempre y cuando, junto a él estén personas como Alvaro Uribe, José Obdulio y Alfredo Rangel, para que lo ayuden en asuntos de política, de Guerra y paz. Además, creo que Pacho haría una reforma profunda y radical del sistema judicial si contara con la asesoría, en esta material, tanto de usted, doctor Jesús Vallejo Mejia, como de mí, porque creo que somos los que más hemos investigado el problema y las soluciones de la justicia colombiana.
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