El certamen electoral del pasado 9 de marzo puso de manifiesto varias de las lacras de nuestra democracia, a punto tal que no pocos hemos considerado que ese día presenciamos una de las elecciones más sucias en muchos años.
Van 16 días y este es el momento en que no contamos con un escrutinio definitivo, dadas las múltiples impugnaciones que con toda razón han formulado principalmente los grupos de oposición al gobierno de Santos.
Ya va habiendo consenso acerca de las deficiencias de la organización electoral, tanto de parte de la Registraduría Nacional del Estado Civil como del Consejo Nacional Electoral.
De hecho, como lo han observado el senador Juan Carlos Vélez y el exministro Fernando Londoño Hoyos, en la práctica no tenemos organización electoral, bien sea porque parece haber colapsado, ya porque ha perdido su credibilidad.
Las quejas y dudas sobre la actuación de los jurados son muy inquietantes.
En el reconteo de votos han aparecido miles de errores que difícilmente pueden dejar de considerarse, por su reiteración, como deliberados. Se habla, además, de “mesas compradas” con jurados que permitían que los votantes llegaran con tarjetones prefabricados , les decían a los ingenuos que preguntaban cómo se votaba por Uribe que marcaran el tarjetón en la U o quizás agregaban marcas a los tarjetones depositados, para así anularlos.
El control primario sobre los jurados se ejerce por medio de los testigos electorales que vigilan el desarrollo de los comicios y en el momento del conteo inicial pueden hacer reclamaciones.
Por supuesto que los partidos y movimientos pequeños no están en capacidad de enviar testigos a todas partes, lo cual los pone en desventaja frente a los grandes.
Y en el caso de una agrupación nueva a la que se quiso hostigar, como el Centro Democrático, se pusieron trabas inconcebibles que dejaron por fuera a muchos de sus testigos a quienes se les negó acceso a los sitios de votación porque la autoridad electoral cambiaba sus nombres, sus números de identificación e incluso la denominación del grupo político. Se denunció, en efecto, que en Antioquia hubo testigos que no pudieron actuar porque la Registraduría los identificó como representantes de un grupo inexistente, el “Centro Democrático Alternativo”.
El Registrador Nacional del Estado Civil, tratando de calmar los ánimos, dijo que la información sobre resultados que se dio a conocer el día de las elecciones era apenas un “preconteo”, pues el dato real aparecería después del escrutinio de las actas de las mesas de votación. Pero en seguida sus agentes salieron a decir que esas actas solo podrían impugnarse para pedir revisión de los votos si se invocaban anomalías concretas, las que, bueno es decirlo, muchas veces solo se pueden establecer si se físicamente los tarjetones.
A raíz de la vigilancia que se ha ejercido sobre el escrutinio de las actas, el Centro Democrático encontró que hay 5.008 mesas en las que los votos depositados superan el número de sufragantes disponibles para votar allí. Además, le pidió al Consejo Nacional Electoral hacer el reconteo de los votos en 12.783 mesas en que aparentemente hubo graves anomalías.
La enorme cantidad de tarjetones nulos y no marcados, que ha dado lugar a que se diga que la suma de ellos es la triunfadora en las elecciones, llevó a la Procuraduría a pedir el reconteo físico de cada uno, pues a través del expediente de la anulación o de declarar el voto como no marcado, los jurados, por ignorancia o por deliberada mala fe, pudieron distorsionar el resultado de las elecciones.
Los “resultados atípicos” en ciertas regiones del país constituyen serios indicios de complicidad de los jurados con maniobras fraudulentas e incluso con una masiva operación de compra de votos.
Es fama que en ciertas regiones la compra de votos es un viejo hábito difícil de desarraigar. Pero en esta ocasión parece haberse llegado al colmo del descaro. Se habla de votos comprados aquí y acullá a razón de $ 40.000 incluso en Medellín, o a $50.000, $ 150.000 y $ 200.000 en otros lugares. Hubo votantes que dieron las gracias a sus compradores, mencionándolos en los tarjetones.
Mientras que en el país el promedio de abstención superó el 60%, las zonas en que se cree que operó la compra de votos exhiben tasas de participación electoral del 80% o más, lo que ha producido un aberrante desequilibrio en la representación en el Senado, pues probablemente 14 o 15 departamentos no la tendrán, mientras que los de la Costa podrían sumar unos 30 senadores.
Santos, con la desvergüenza que lo caracteriza, calla sobre las funestas consecuencias de su “mermelada”, a la que en sana lógica cabe atribuir este desastroso efecto, y la defiende diciendo que los congresistas tienen derecho de participar en el desarrollo de sus regiones y las partidas que con ellos acuerda el goberno se reflejan en obras positivas para ellas. Le faltó decir que la más elocuente de esas obras es el aumento de los votos en favor de sus paniaguados.
Remito al informe que presenta “Las Dos Orillas” sobre el impacto de la “mermelada” en ese aumento de votación: http://www.las2orillas.co/los-dineros-de-desastres-naturales-que-se-convirtieron-en-votos-top-10/
En la página de la Registraduría (http://congreso2014.registraduria.gov.co/99SE/DSE9999999_L2.htm) aparece la votación por los dos de los más conspicuos conservadores que a se llaman a sí mismos “enmermelados”, Roberto Gerlein y Efrain Cepeda:
ROBERTO VICTOR GERLEIN ECHEVERRIA
127.004
0,88%
EFRAIN JOSE CEPEDA SARABIA
98.588
0,68%
Como siempre, un artículo muy bien escrito. Dos duas: 1) ¿Por qué la "mermelada" viene a ser mala sólo con JM Santos? ¿Por qué no hay el mismo reproche ético cuando el presidente Uribe Vélez hizo uso de ella hasta la náusea? 2) ¿Es Fernando Londoño Hoyos una persona con autoridad moral para hacer acusaciones, del tipo que sean? ¿No le comprobó la justicia a este señor (Londoño) fraude y abuso del derecho en el tema de unas acciones de las cuales se apropió indebidamente (Consejo de Estado)?
ResponderEliminarEl fraude en las pasadas elecciones de marzo fue tan evidente, que nadie podría sostener que no lo hubo. Por eso, los candidatos presidenciales de la oposición al actual gobierno ya deberían haber planteado entre sus propuestas el fondo del problema y cómo solucionarlo.
ResponderEliminarNuevamente he acudido a la página del Dr. Oscar Ivan Zuluaga (www.oscarivanzuluaga.com) y no he encontrado el planteamiento de problemas y soluciones de un Estao en crisis institucional. Nada se plantea ahí sosbre la corrupción e ineficiencia de la Registraduría Nacional y del CNE. Nada se plantea ahí sobre la forma en que el sistema judicial debería ser reformado para resolver el problema de su politización y corrupción. Nada se plantea ahí sobre el problema de la Fiscalía. Nada se plantea ahí sobre el problema del control absolute que los congresistas ejercen sobre todos y cada uno de los establecimientos públicos y entidades descentralizadas de la Nación, hasta el punto de que sus directores y gerentes son apenas títeres de los congresistas. Problemas éstos que son muy viejos, pero que ahora tocaron fondo.