miércoles, 4 de junio de 2014

En el lugar equivocado

De acuerdo con la Constitución Política, el Presidente de la República acumula varios oficios de gran importancia para la comunidad. Es, al mismo tiempo, Jefe del Estado, Jefe del Gobierno, Suprema Autoridad Administrativa y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas ( art. 89).

 

Una de sus obligaciones constitucionales es, de acuerdo con el numeral 4 del artículo citado, “Conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado”. Esta atribución comprende, llegado el caso, la de declarar el estado de conmoción interior, en cuya virtud goza de las facultades estrictamente necesarias para conjurar las causas de una grave perturbación e impedir la extensión de sus efectos (art. 213).

Para el cumplimiento de tan graves cometidos, el Presidente cuenta desde luego con la Fuerza Pública, que está integrada exclusivamente por las Fuerzas Militares y la Policía nacional (Art. 216).

 

Pero, además, según el inciso segundo de este artículo, “Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas”.

 

¿Quién duda hoy que nuestras instituciones públicas peligran gravemente por la acción de grupos armados subversivos de carácter narcoterrorista que cuentan con el apoyo de gobiernos extranjeros que tienen el propósito de instaurar en Colombia un régimen totalitario y liberticida?

 

Si ello es así, el Presidente de la República tiene el deber ineludible de enfrentar tan temible amenaza, convocando a los colombianos no a que le “presten” sus hijos para la guerra, sino para que cumplan la sagrada obligación de defender la independencia nacional y las instituciones públicas.

 

Dice el art. 192 que el Presidente, al tomar posesión de su cargo, debe prestar juramento en los siguientes términos:

 

“Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia”

 

Sugiero a mis lectores que pongan sus ojos sobre el siguiente escrito de Eduardo Mackenzie y sus anexos:

 

“Santos y su video infame y desinformador

“Señora, ¿Ud. prestaría un hijo para la guerra?”. “¡Levante la mano  quien prestaría un hijo para la guerra”, ordena el presidente-candidato, Juan Manuel Santos, a un grupo de personas en un sainete de propaganda electoral.

Santos insinúa en ese clip que las Fuerzas Armadas de Colombia son las que impulsan la guerra y no las Farc.

Santos miente cuando sugiere que las Fuerzas Militares colombianas les quitan a los hogares colombianos sus hijos

para llevarlos a una guerra caprichosa, sin sentido, que ellas, las Fuerzas Armadas de la patria, se han inventado

contra unos pobres tipos que quieren firmar la paz: las Farc.

Quienes lanzaron la guerra desde los años 1940 son las Farc.

Quienes no quieren cesar la guerra son las Farc.

Quienes reclutan por la fuerza a los niños y a los jóvenes colombianos, son las Farc.

Quienes asesinan, secuestran, destruyen, incendian y mienten al país son las Farc.

El presidente-candidato Santos olvidó todo eso.

Y este video que él difunde lo prueba.

Ahora miren la realidad, miren quiénes son los que reclutan niños y jóvenes para inmolarlos en la guerra subversiva:

http://www.youtube.com/watch?v=_XmW_YWtRp0&hd=1

http://www.youtube.com/watch?v=ILLfRGgjYXE&hd=1

¡Exigimos que el Consejo Nacional Electoral ordene el retiro de ese video infame!”

Visto lo que precede, pregunto ahora si lo que, no se sabe si como Presidente o como candidato a la reelección, Juan Manuel Santos les dice a los padres y madres de Colombia, entraña o no flagrante violación del juramento que solemnemente prestó el 7 de agosto de 2010  ante el Congreso y el pueblo, invocando a Dios, de cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia.

 

Estas lo obligan, según dije atrás, a defender la independencia nacional y las instituciones públicas, pidiéndoles a los colombianos su concurso, llegado el caso, para tomar las armas contra quienes por el mismo medio pretenden subyugarnos al Eje Castro-Chavista y destruir nuestra institucionalidad para imponernos por la fuerza un régimen comunista llamado a conculcar las libertades que a costa de tantos sacrificios nos legaron los fundadores de la república.

 

No creo que exista en los anales de la historia de las instituciones ni de la historia militar un caso semejante, en el que un Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de un Estado soberano, que hace frente a amenazas letales como pocas, en lugar de pedirle a la ciudadanía que le ayude a proteger la independencia y la institucionalidad contra quienes pretenden destruirlas por la fuerza de las armas, la exhorta a que le niegue su concurso y “no le preste sus hijos para la guerra”, como si esta fuera injusta.

 

Cuando en medio de una confrontación bélica el Comandante Supremo de quien sufre el ataque grita a voz en cuello “No queremos más guerra”, el mensaje que les envía a sus subordinados es, ni más ni menos, el de la rendición.

 

Por eso he dicho en Twitter que a ese penoso video del Presidente-candidato solo le falta el colofón:”Rindámonos ya”.

 

Su empresa de debilitamiento moral de nuestras Fuerzas Armadas y de destrucción de la mística de la ciudadanía viene acompañada de una serie de mensajes coreados por sus secuaces de la fementida Mesa de Unidad Nacional, según los cuales los recursos que hoy gastamos en la guerra para la defensa de nuestra independencia y nuestra institucionalidad, podrían tener un mejor empleo en la garantía de la seguridad de las ciudades, la distribución de casas gratuitas, la prestación de mejores servicios de salud y educación, etc.

 

Es decir, nuestra rendición inmediata ante las hordas salvajes del narcoterrorismo traería consigo como por ensalmo la solución de los grandes problemas de nuestro pueblo, como si el de la inseguridad y la pérdida de nuestras libertades fuera asunto de poca monta.

 

Viendo estas cosas, traigo a colación la campaña publicitaria de una entidad financiera que les advierte a los tenedores de fondos que “en este momento su dinero puede estar en el lugar equivocado”.

 

No me cabe duda de que Juan Manuel Santos está en el lugar equivocado. Su puesto no debería ser el que ahora ocupa, con las connotaciones que arriba he mencionado, sino el de un procesado por indignidad en el ejercicio del cargo o el de jefe de un frente de las Farc.

 

Parece tener toda la razón Fabián Lacouture cuando afirma que las Farc ya están instaladas en la Casa de Nariño y lo que procede es sacarlas de ahí en las elecciones del próximo 25 de mayo, votando por Óscar Iván Zuluaga para que Colombia retome el rumbo que perdió con el traidor Santos.

 

 

1 comentario:

  1. Con esta solicitud del presidente Juan Manuel Santos a madres y padres de que “no presten sus hijos para la guerra” o, en otras palabras, que no permitan que sus hijos presten el servicio militar ni se enrolen al ejército en calidad de soldados profesionales, él deja un mensaje claro a toda la Nación: Él no quiere defender a los colombianos con las fuerzas armadas que él comanda, sino que él prefiere que el Estado y el pueblo se rindan ante las FARC. Paz a cambio de rendición o paz a cambio de que el proyecto político del enemigo sea el que rija en la Nación a partir de la firma de la paz. No hay duda de que Santos está en el lugar equivocado. ¡Debería ser juzgado por traición a la Patria!

    Santos ya se ha desenmascarado él mismo como el que está en la presidencia para darle el triunfo al enemigo del Estado (las FARC). Ahora lo que trata es de convencer a la población de que eso es lo mejor para todos. Solo cabe una interrogación: ¿El 15 de junio, votará la mayoría de los colombianos a favor o en contra de la propuesta de Santos?

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