¿Qué hacer?
En Twitter se planteó en estos días un interesante y fructífero intercambio de opiniones acerca de los pasos que convendría dar frente a lo que no pocos consideran, como lo destacó un titular de primera plana de El Colombiano, la traición de Santos, y respecto del giro que se teme que él le está imprimiendo a la conducción política del país.
Lo segundo es, a mi juicio, lo más importante.
Por supuesto que, a la hora de decidir, cada elector examinará en la campaña que habrá de iniciarse el año entrante si Santos merece su confianza por acreditar que cuenta con las condiciones morales mínimas que se requieren para gobernar a Colombia, lo que para muchos desde ya da lugar a una tajante respuesta negativa. Pero la discusión de fondo tendrá que centrarse en lo que concierne al rumbo que conviene darle a la cosa política.
En otros términos, el asunto no radica en premiar o castigar a Santos, sino en discutir si su línea de acción es la que conviene a nuestras necesidades, pues si está equivocado será necesario corregir sus orientaciones.
Pero, ¿cuál es esa línea política?
A decir verdad, no es fácil identificarla, dado que Santos, a diferencia de Uribe, es sinuoso y ondulante. Además, es poco dado a la discusión abierta de sus tesis en foros abiertos al debate ciudadano, lo que contrasta también con su antecesor, que en cada consejo comunitario sometía sus puntos de vista al escrutinio de las comunidades y tomaba atenta nota de sus inquietudes. Santos es más bien hombre de camarillas, trapisondas y verdades a medias.
No obstante ello, hay suficientes indicios para afirmar que Santos está virando hacia la izquierda que la ciudadanía colombiana ha derrotado sucesivamente en las cuatro últimas elecciones presidenciales.
¿Por qué ese viraje?
He dicho en Twitter que Santos quiere congraciarse con la izquierda internacional para no sufrir la misma persecución que ha tenido que soportar Uribe, fuera de que de ese modo podría aspirar a los reconocimientos que esa secta les otorga a quienes sean dóciles a sus dictados.
Como proviene de una elite que se cree con derecho propio a gobernar, no se siente deudora de nadie y piensa que está llamada a imponer sus puntos de vista sin necesidad de someterlos al control de los gobernados, a los cuales le parece que es de recibo condicionar mediante la acción de la Gran Prensa, de los empresarios que no se quejan mientras hagan ganancias y de los políticos subvencionados a través de prebendas burocráticas, a Santos no se le ocurre que esté obligado a explicarles a sus electores cuáles son las razones de sus movimientos ni hacia dónde pretende llegar.
Ahí se advierte una peligrosa distorsión de la democracia, de la que habré de ocuparme después.
Ya Rafael Nieto Loaiza ha señalado el peligro que entraña la traición al electorado, a lo que procede agregar las repercusiones institucionales que se siguen del hecho de manipularlo a través de la acción dirigida por el gobierno a beneficiar a quienes inciden sobre la gente del común y no a esta misma.
Pero no perdamos el hilo.
El viraje hacia la izquierda se advierte nítidamente, desde el punto de vista de la política internacional, en su alianza tácita con Cuba, Venezuela, Ecuador y Nicaragua. Y, desde la perspectiva interna, en su política agraria, en su negativa a apoyar el fuero para los militares y en los pasos que está dando para dialogar con las guerrillas.
Todo ello va en contravía de sus compromisos electorales, pero Santos, como digo, confía en que la propaganda que le hacen sus áulicos en la Gran Prensa, la pusilanimidad del empresariado y la abyección de los políticos lograrán convencer a la opinión de que ahí está el futuro que él dice encarnar.
¿Qué hacer?
Pienso, con Luis Carlos Restrepo, que es indispensable conformar un vigoroso frente de oposición tendiente a impedir que Santos aspire a ser reelegido o trate de llevar a la Presidencia a alguno de sus comodines.
No pocos de mis interlocutores en Twitter opinan que para ello habría que buscar fórmulas tendientes a llevar de nuevo al poder a Uribe.
Pero, salvo si se trata de que encabece una lista de Senado, que sería a mi juicio algo digno de considerarse, desde luego que con su venia, la idea de que se presente como candidato para la Vicepresidencia me parece no sólo traída de los cabellos, sino francamente inconstitucional.
Lo deseable sería promover una coalición de uribistas y conservadores, con la candidatura presidencial para éstos y la vicepresidencial para aquéllos.
Lo pienso así porque el Partido Conservador, que fue el más leal de los socios de Uribe en su gobierno, tiene motivos suficientes para sentirse maltratado por Santos y descreer de sus propósitos, amén de que posee una base electoral que permitiría servir de soporte para proyectos de más vasto alcance.
El Partido de la U está llamado a desintegrarse, pues varios de sus más conspicuos dirigentes ya le dieron la espalda a Uribe y están filados con Santos. No hay más remedio, entonces, que promover una nueva formación política con los que estén dispuestos a atravesar el desierto siguiendo al expresidente.
Los conservadores tienen que ser conscientes de que del modo como jueguen en el inmediato porvenir dependerá definitivamente no sólo la suerte de su colectividad, sino la de Colombia misma, dado que Santos pretende liquidarlos y lanzar al país al ruedo del circo de los tres chiflados (Chávez, Correa y Ortega) y la Sra. Kirchner, con los hermanos Castro como maestros de ceremonia.
La colectividad azul está llamada a convertirse en el dique de contención del aventurerismo gubernamental y tiene que obrar en consecuencia, pues estamos corriendo peligro de que en las próximas elecciones el triunfo sea de alguien proclive a la guerrilla.
No hay que olvidar que en los últimos debates presidenciales ha habido una franja discordante en crecimiento que ya ha superado el umbral de los tres millones de votos. Es un sector de la opinión que en su momento podría inclinar la balanza en favor de candidatos “antisistema”.
El tiempo apremia y los enemigos son de cuidado. Por consiguiente, hay que tomar decisiones cuanto antes.
Por lo sucedido en las últimas elecciones presidenciales, creo que Andrés Pastrana, hombre escaso de luces, eche a perder una coalisión entre uribistas y conservadores. Mientras él esté al frente del partido conservador, cualquier tentativa loable naufragará.
ResponderEliminarNo obstante, me parece que la coalisión entre uribistas y conservadores es viable, y es una opción de éxito. Tal vez tengamos que acudir a la recolección de firmas para lanzar a la candidatura presidencial y vicepresidencial a candidatos de tal coalisión o alianza.
Por ahi es la cosa!
ResponderEliminarNo es por los lados de Pastrana. Lo es por los lados de Luis Alfredo Ramos Botero.
ResponderEliminarLuis Alfredo Ramos sería un exelente candidato, pero el partido judicial y la contraloría, tal vez por manipulación del partido judicial, ya lo tienen bajo su mira, para desacreditarlo y demonizarlo.
ResponderEliminarPor otra parte, si el uribismo hace alianza con el partido conservador y, juntos, lanzan a un conservador y a un uribista, me temo que Pastrana lanzaría también su candidato a la presidencia, dividiendo así al partido conservador. Si no me equivoco, fue Pastrana quien convenció a Noemí Sanín a que se presentara como precandidata conservadora en las pasadas elecciones, con lo cual estropeó la candidatura de Andrés Felipe Arias.
Además, aunque Sanín era buena candidata, Pastrana le llenó la cabeza de malas ideas, por lo cual ella atacó torpemente a Arias y al gobierno de Uribe.
Por favor no permitan que una persona como Noemi Sanin este dentro de los candidatos hay que tener mucho cuidado ya que se pueden desviar los votos.
ResponderEliminarPresidente Uribe reciba todo el apoyo de mi familia y mio, Dios lo bendiga, estaremos atentos con los candidatos que usted apoye, pero por favor que no sea tampoco alguien como Peñaloza.
ResponderEliminarYa que cuando fue alcalde a la mayoria no nos gustó su gestion.
Estoy segura que si usted se hubiese lanzado como candidato a la alcaldía habria ganado y no habrian marchas de guerrilleros en Bogotá, haciendocen pasar por pacifistas.
presidente Uribe: tome las riendas de nuestro pais nuevamente, usted sabe que cuenta con el apoyo de muchos compatriotas, si santos esta en el poder, todo mundo sabe que fue obra suya,,,, Dios Lo bendiga..
ResponderEliminarJesús: correcta tu orientación en esta hora de la fantasiosa y engañosa política del Presidente Santos. No hay probablemente partido de la Unidad Nacional, pero existe la corriente inorgánica uribista que solo el expresidente puede organizar y animar.Él es responsable de que el Partido de la U se nos haya escapado por no tomarlo al tiempo de terminar su mandato. Pero su constancia por la patria no tiene discusión. Hay que trabajar por retomar los poderes regionales mientras pasa el ciclo del furor capitalino y de su fronda. Uribe es un guerrero de la vida y del futuro. Santos es apenas un presente sin futuro.
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