Muchos piensan que estos dos fenómenos son irrelevantes para la sociedad y hacen parte bien sea del mundo de la superstición, ya del de las patologías mentales. Podría explicárselos, entonces, en función del desarrollo mental de la humanidad, que pasa, según se cree, por etapas asimilables a la de la infancia individual, o de perturbaciones del psiquismo, tratables por medio de las técnicas de la Psiquiatría.
Pero estos fenómenos son reales en distintos sentidos. Por una parte, lo son en la medida que mucha gente cree, adopta actitudes, se relaciona y actúa como si lo fueran, lo que da lugar a la formación de sectas, la adopción de rituales, la difusión de escritos y la realización de prácticas orientadas hacia la satisfacción de entidades y la manipulación de fuerzas malignas, independientemente de que tales entidades y fuerzas existan efectivamente o sean apenas imaginarias. Por otra parte, son fenómenos que, fuera de su significación económica y su influencia socio-política, suelen tener impacto en el mundo de la criminalidad e interesan, por ello, a la autoridad pública. En fin, si en efecto el satanismo y la brujería trasuntan la acción de entidades y fuerzas malignas reales, el tema trasciende entonces los linderos de la Antropología Cultural, la Psiquiatría, las Ciencias Forenses, etc., y entra a ser del dominio de la Religión.
En mi último escrito hice algunas anotaciones sobre el influjo de las creencias satanistas en el pensamiento político contemporáneo, particularmente en las doctrinas libertarias en que han desembocado últimamente las corrientes liberales, tanto en lo económico como en lo moral. Mi propósito, ahora, es examinar a vuelo de pájaro el asunto en lo que concierne a ciertas patologías ya no del pensamiento, sino de la práctica social.
La realidad del mundo de hoy muestra que el Satanismo no es exclusivo de pueblos poco evolucionados, pues se lo halla firmemente enraizado en sociedades desarrolladas e incluso en las elites que las dominan, de lo que dan cuenta escritos que he citado en varias ocasiones, como el de Craig Heimbichner o el de Gabriel López de Rojas.
Malachi Martin estudió el caso en Estados Unidos a fines del siglo pasado. Recuerdo que hablaba de la existencia de unos ocho mil templos satánicos en ese país, al estilo del que fundó en San Francisco Anton La Vey. También mencionaba el aumento de los casos de posesión que tenían que manejar los exorcistas, uno de los cuales era él mismo. Y al comienzo de su libro traducido al castellano como “El Último Papa”, hace el relato de una ceremonia satánica que se llevó a cabo simultáneamente en una de las capillas del Vaticano y en una ciudad estadounidense, en la que participaron altos dignatarios eclesiásticos. Se cree que ello dio lugar a que un afligido Paulo VI exclamara que “el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia”.
Un artículo reciente de “Signos de estos Tiempos”, que se difunde por la red, habla de que el Vaticano está cercado por sectas satánicas. Y, a propósito de ello, menciona la penetración del Satanismo en varios países europeos. Así, en Italia se cree que hay 8.000 sectas satánicas que agrupan a unos 600.000 seguidores. El segundo país con mayor número de satanistas es Inglaterra, en donde se calcula que hay más de medio millón de practicantes de ritos satánicos. Solo en Londres, la policía ha identificado más de 80 templos satánicos. En Francia se cuenta con 6.000 sectas satánicas catalogadas. España aparece con mil. Y en Rusia, aproximadamente hay un millón de integrantes de sectas, de los cuales cerca de 200.000 realizan prácticas satanistas.(vid.http://foros-testimonios.blogspot.com/2012/04/el-vaticano-cercado-por-sectas.html)
En una conferencia que dictó el año pasado en Medellín, el Dr. Ricardo Castañón mencionó que Pereira es algo así como la capital del Satanismo en América Latina. En un artículo de este blog presenté un resumen de dicha conferencia, cuyo tema principal fue el de los milagros eucarísticos.
Una de las derivaciones más ostensibles de los cultos satanistas es la brujería, de la cual trata un inquietante libro del padre Juan Gonzalo Callejas Ramírez que lleva por título “Contra la Brujería-Manual para prevenir, diagnosticar y contrarrestar los efectos de la hechicería”. Lo publicó Intermedio en Bogotá el año pasado y ha constituido un resonante éxito editorial, por lo menos en Colombia.
Es un libro impresionante que invita a reflexionar profundamente sobre la presencia del mal, no como una abstracción, sino como realidad viva y actuante, en las sociedades y en los individuos.
Hace poco encontré en un sitio chileno una carta de una española que, por jugar con la Ouija, sufrió una posesión diabólica de la que fue liberada gracias al exorcismo. Es un fenómeno ampliamente documentado, del que tengo conocimiento directo porque mi amiga Diana Patricia Montoya fue víctima suya. Y sé de otros casos elocuentes.
Pues bien, la corresponsal de marras dice en su carta que hay distintos grados de posesión, que van desde los más leves hasta los de mayor gravedad, que son de posesión total. De ahí que cuando uno hace examen de conciencia con toda seriedad, encuentra que hay episodios de su vida en que actuó como enajenado, probablemente bajo el impulso de fuerzas maléficas.
Hoy vi la película “Secretos Peligrosos”, que trata sobre la esclavitud sexual en Bosnia después de la última guerra que devastó esa región. Es una gran película que genera muchos interrogantes y deja el más amargo de los sabores. Uno de los interrogantes es: ¿cómo es posible tanta maldad en los seres humanos?
Yo, como Chesterton, Papini y muchos otros, creo en la realidad del Demonio y el Infierno.
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