sábado, 10 de abril de 2010

Que el aire fluya

Al presidente Uribe hay que reconocerle grandes logros. Pero son muchos los errores y defectos que ha habido que tolerarle y hasta disimular o perdonarle en aras de la seguridad o de la simpatía que inspira.

El inventario, aún con cierta indulgencia, podría ser abultado y se entiende que en tratándose de juzgar obras humanas resulte inevitable que al lado de lo que parezca digno de alabanza  haya que mencionar también los aspectos oscuros, que no son pocos en estos ocho años de gobierno.

Me ha impresionado que en el ocaso de su gestión, en lugar de hacerles sentir a los colombianos que gracias a sus esfuerzos ya pueden votar libres de presiones y de temores por los que consideren los más indicados para guiar sus destinos, la línea de conducta que se deja entrever sea la de utilizar veladamente su influencia en favor de una candidatura que no es ciertamente popular.

He denunciado de modo vehemente la forma cómo, sin duda alguna con el visto bueno del gobierno, se ha pretendido desconocer el esfuerzo que hizo el Partido Conservador, el más leal de los socios de la coalición, para elegir su candidata presidencial, buscando deslegitimarla  y desorientar a sus huestes.

Hay en ello una oscura maniobra que suscita graves inquietudes acerca del tono moral de Uribe, Valencia Cossio y Santos, entre otros.

Uno de los flancos débiles del régimen de Uribe es la ausencia de  buen sentido en materia de responsabilidad política en el alto mando gubernamental cuando se trata de enfrentar los errores que se cometen. Los que pagan por ellos están casi siempre en segunda, tercera o cuarta fila, no los de arriba, que suelen lavarse descaradamente las manos u ocultar sus desaciertos con no poca desvergüenza.

En un sistema decente, una persona a la que la Corte Suprema ha pedido que se investigue por actuaciones que, por decir lo menos, parecen constitutivas de delito en relación con un sonado proceso penal, no podría aspirar a  la Jefatura del Estado sin antes haber ofrecido explicaciones satisfactorias.

Es el caso de Santos, a quien se está investigando por posibles delitos en que al parecer incurrió en torno del juicio contra Arango Bacci, asunto sobre el que ronda una sórdida comidilla. Agréguese a ello el tema de los falsos positivos, que es repugnante a más no poder, o lo que ha salido a flote sobre negociados en la adquisición de naves en Alemania.

Nada de eso lo deja a uno tranquilo ni le hace pensar, como dicen creerlo los tránsfugas conservadores, que estamos en presencia de un augusto y epónimo salvador de la Patria.

Hace varios años se presentó en Francia el caso de unos pacientes que fueron infectados por transfusiones de sangre contaminada. Como es lógico suponerlo, el ministro de Salud no fue quién obtuvo y manejó esa sangre, como tampoco hizo las transfusiones. El caso era típico de lo que los administrativistas denominan una falla del servicio. Pero ese ministro era el responsable del buen funcionamiento del mismo y, por consiguiente, hubo de renunciar por ese motivo.

Los precedentes entre nosotros son muy distintos, pues aquí la gente se cae de para arriba, siempre y cuando ya esté ahí. Nos falta mucha decencia y eso es lo que está echando de menos hoy la comunidad.

No es extraño, pues, el fenómeno de la Marea Verde que está obrando hoy en nuestro escenario político a raíz de la consolidación del tándem Mockus-Fajardo.

Mucha gente le dice a uno que, si bien a Uribe hay que agradecerle que hubiera arrinconado a los matones de las Farc y el ELN, convendría que a la Casa de Nariño entrara un viento fresco que airease su recinto. Hay, en efecto, ciertos vahos malolientes que en ella se respiran y que convendría despejar.

Ahí, como le dijo en alguna ocasión Don Quijote a Sancho, “Huele y no precisamente a ámbar”.

Piénsese, tan sólo, en el caso del hermano del ministro Valencia Cossio, sobre quien pesan graves acusaciones que hoy son tema de juzgamiento por la Corte Suprema de Justicia, y que es personaje sobre el que también recae el estigma de la mala fama por prácticas de que dan cuenta unas  grabaciones que hacen parte del archivo de la Fiscalía.

Es difícil entender que en medio de esta situación Valencia no sólo sea el encargado de manejar las relaciones con las altas Cortes, sino que al parecer haya intervenido en la confección de la terna para la elección de Fiscal, que es otro asunto que deja muy mal sabor, y así lo he dicho públicamente en varios foros a los que todavía amablemente se me invita.

Tampoco entiende uno que Mario Uribe Escobar, según se dice, sea beneficiario de cinco notarías, y que su parentela se jacte, según me lo ha contado alguien que hace parte del gremio notarial, de que esos despachos son de los Uribes.

En un escrito anterior expuse mi opinión sobre Mockus, cuya personalidad me parece fascinante. Fajardo no es santo de mi devoción, pero hay otros Santos que  me conmueven bastante menos.

Puede haber muchas inquietudes para resolver respecto de esta tendencia que se está haciendo presente con fuerza en nuestro escenario político, pero lo importante es destacar que hay una vigorosa inconformidad por la sentina que hiede en nuestras altas esferas, que más bien podrían motejarse de bajas, por lo menos desde la perspectiva del tono moral que reina en ellas.

Creo que Noemí Sanín debe de retomar el lenguaje de sus primeras incursiones en las competencias presidenciales, para así servir de caja de resonancia de  ese creciente anhelo comunitario que no quiere seguridad a costa de la decencia.

Bueno sería que volviera por los fueros morales que inspiraron antaño a los grandes de su Partido. No tiene nada que perder con ello, pues de sobra sabe que tiene el poder del Estado en contra suya por atreverse a manifestar sus disentimientos. Es preferible que enfrente una honrosa derrota que siembre las semillas de un renacer, a que, por guardar unas deplorables apariencias, asuma  la abyecta postura del perro que besa la mano del amo que lo está azotando. Eso lo puede dejar para los que mendigan puestos o van a la caza de los contratos.

3 comentarios:

  1. ¡Excelente artículo...donde entre el aire y purifica el enrarecido ambiente de nuetsra política.
    No me chocaba NOEMI, me gustaría ve runa mujer al frente d elos destinos de Colombia, pero Ella acaba de quemar su tercera papeleta, con esas peleas bajeras y pueriles en las que se agrarró con el "ingenuo" de Uribito y como tal: Se hizo po, en la faldita a cuadros.
    Juanfer

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  3. Excelente articulo, como un colombiano más en la lista de indecisos encuentro un gran espacio de opinión en el blog. En los últimos días he recibido miles y miles de correos, invitaciones de facebook, twitters y demás, muchos de ellos e seguidores de Mockus+Fajardo, el común denominador ha sido algo que para mi atenta contra la campaña misma que es el enfocarse en hacer campaña contra el gobierno actual más que por la dupla anteriormente mencionada, considero que esto nos aleja más a los indecisos de poder considerar apoyar dicho movimiento y me preocupa más que eso el que esta actitud de los seguidores del partido verde de irse en contra de un gobierno que si bien ha tenido desaciertos y debemos reconocerlos ha tenido muchisimos aciertos y no debemos enterrarlos tampoco le de un "aire" nuevo a las Farc. De nuevo gracias por este espacio de información y opinion que nos invita a reflexionar y a evaluar conscientemente las opciones que tenemos al dia de hoy.

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