Cortejo de mentiras
Acabo de leer en Crisis Magazine un excelente escrito de Clifford Stapples Ph. D. acerca de la pendiente que, a partir de la negación de la verdad, nos lleva hacia el nihilismo, situación en la que según lo previó Nietszche “…todos los valores terminan subordinándose a la voluntad humana”.(Vid. http://www.crisismagazine.com/2015/down-the-sociological-road-to-nihilism).
Pues bien, si en alguna circunstancia la verdad ha quedado tan maltrecha como el viajante que nos recordaba el Evangelio de ayer (Lucas 10, 25-37) y se ha dado vía libre para que la voluntad de unos pocos genere una realidad virtual que pretende imponerse no solo sobre las mayorías, sino sobre los hechos mondos y lirondos, es la que estamos viviendo en Colombia al tenor de los fementidos diálogos de paz que se desarrollan en La Habana.
Esos diálogos se iniciaron a la sombra y a espaldas de los compromisos que Santos asumió con el país en 2010. Los presidieron la traición y la mentira, y así han continuado, tal como lo acredita el reciente episodio del supuesto acuerdo sobre justicia transicional, que las Farc dicen que está vigente y es inmodificable, mientras que el gobierno, lleno de contradicciones internas, sostiene que sigue en discusión.
Yo les pregunto a los jerarcas eclesiásticos, a los dirigentes empresariales, a los educadores y, en general, a las personas de bien, si lo que está sucediendo les parece ejemplar.
¿Qué pensarían, por ejemplo, la junta directiva de una gran compañía y sus accionistas, si sus administradores se caracterizaran por ser mentirosos redomados que adelantan proyectos distintos de los que se han comprometido y falsean o sesgan la información sobre los mismos? ¿Qué se les ocurre pensar a a los altos dignatarios de la Iglesia cuando apoyan unas políticas basadas en la traición y la mentira? ¿Con qué cara se presentan los educadores ante sus alumnos cuando a sabiendas se prestan para recomendar unas gestiones de gobierno que se realizan a la sombra del engaño?
Santos y sus conmilitones parecen defenderse con la tesis de que así es la política. Y como ese es su talante moral, no es extraño que los líderes de la mayoría que controla el Congreso sean sujetos de la calaña de Roy Barreras y Benedetti, por no mencionar a Musa, Ñoño y compañía.
Hace cerca de 2.500 años hubo una reacción en Atenas contra esa concepción perversa de la política. Sócrates, Platón y Aristóteles enseñaron que aquella debe someterse a los cánones de la razón y no a los de la voluntad de poder, y que su racionalidad se funda en la búsqueda del bien común. Según ellos, y la egregia tradición que los ha seguido a lo largo de siglos, la política hace parte de la ética, es decir, del buen obrar, y es indisociable de la misma. El bien común que constituye su razón de ser es, ni más ni menos, la condición para que los bienes particulares de los individuos y las comunidades puedan realizarse adecuadamente.
No se busca el bien con mentiras, engaños y traiciones, que son obras del Padre de la Mentira que destruyen la confianza que es indispensable para el correcto funcionamiento de las instituciones en la sociedad. Muchísimo menos se lo obtiene premiando a terroristas y narcotraficantes que manifiestan a los cuatro vientos que no tienen nada de qué arrepentirse ni víctimas para resarcir de sus depredaciones.
Todo esto es profundamente inmoral y pone en juego el buen orden social. No pavimenta el camino de la paz, sino el de nuevas confrontaciones que amenazan severamente la existencia misma de la colectividad, pues cuando los malvados ven que sus crímenes triunfan nada los arredra para continuar con ellos.
El caso de Venezuela es especialmente significativo. Un apreciado corresponsal que padece lo que se vive en el vecino país me escribe:
“Aceptar las propuestas de la Farc es aprovecharse de la democracia para conquistar el poder, como lo hizo Chávez y entregar a Colombia al narcotráfico y políticamente al socialismo del siglo XXI, porque en el fondo todos son comunistas. A Venezuela Chávez y su grupo la destruyeron. Cualquier cosa que le cuente, me quedo corto. En Venezuela el hampa es la dueña de las calles. La vida nocturna se ha terminado. La clase alta y la media se cierran en sus casas a partir de las 6 de la tarde hasta el día siguiente y las bajas sufren los asaltos y los arrebatones de carteras, paquetes de comida y cualquier cosa que lleven a sus barrios en las afueras o en los cerros. Uds tienen que unirse todos, para impedir las pretensiones de estos grupos disidentes.”
¡COLOMBIA, DESPIERTA ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE!
Dr, Jesus . Que doctrina tan repugnante la que nos quieren vender , Ivan Marquez habla de la llave del exito con los militares pues de van a acoger a los tribunales. Todo es un montaje del COMUNISMO INTERNACIONAL.
ResponderEliminarComo es que ese canalla de Santos llevo a Colombia a este abismo.
Cristina Escobar
Este Santos apátrida, traicionero y mentiroso, es un aliado de las FARC, narcotraficantes, asesinos....y como ellos, amigo de ellos, se saluda de mano con ellos, conversa con ellos, les concede todo a ellos, se parece a ellos y entonces es uno de ellos !.
ResponderEliminarEn efecto; cómo es posible que bajo el prurito del respeto al Estado de Derecho donde nos hallamos y donde deviene el acatamiento tenemos aceptar sin reparo alguno máxime con evidencia de falacias que soportan la claudicación del Estado y de contera el perjuicio para el Pueblo y Colombia entera, estas posiciones contrarias al sentimiento popular de parte del Presidente de la República? No es justo ni legal, por lo que, en contravia a la Constitución Política y a la esencia del Estado de Derecho, debe haber una solución o salida...
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