Elecciones decisivas
A la ciudadanía no solo le corresponderá el próximo domingo pronunciarse contra la entrega del país a las Farc que está protocolizando Juan Manuel Santos en La Habana.
Por supuesto que este es el tema más importante que ocupa hoy las preocupaciones de la gente del común, pues todo el proceso de diálogo con las Farc está plagado de traiciones, mentiras y claudicaciones cuyo cometido es darle a esa banda de criminales la posibilidad de instaurar en Colombia no solo un régimen totalitario y liberticida, sino un narcoestado constitutivo de un verdadero peligro para la civilización.
Pero los desastres del gobierno de Santos no paran ahí.
Santos representa, al igual que su amigo Samper, la imagen del político amoral que carece de talanqueras cuando de promover la realización de sus cometidos se trata.
Sabedor de que su personalidad y sus procedimientos le restan apoyos por doquier, ha decidido corromper toda la institucionalidad, sea a través de la “mermelada” o de la intimidación, para adelantar su proditoria empresa de capitulación frente a la criminalidad.
De ese modo, como bien suele recordarlo Fernando Londoño Hoyos en “La Hora de la Verdad”, ha derrochado descaradamente los ingentes recursos que obtuvo de la bonanza petrolera en los últimos años, endeudando al país en niveles exorbitantes, adjudicando contratos multimillonarios a sus validos, creciendo sin freno la burocracia y negociando apoyos con autoridades regionales y locales dizque para financiarles sus proyectos, a sabiendas de que esos recursos se destinarán a enriquecer a sus titulares, a promover el clientelismo político y a la compra de votos.
No en vano en muchos departamentos y municipios los candidatos santistas son señalados como adalides de la corrupción, que es un verdadero cáncer que está destruyendo la democracia. Esta ha dejado de reflejar la voz de las comunidades, pues la han capturado unos políticos inescrupulosos que buscan el poder para su propio beneficio.
Lo que está sucediendo con la salud en muchos lugares es elocuente.
Pero hay algo más.
Es bien sabido que las Farc se financian por medio de grandes empresas criminales, las dos más importantes de las cuales son el narcotráfico y la minería ilegal.
El primero fomenta el consumo interno, que se alimenta a través del microtráfico que se está tomando el país y amenaza con envenenar incluso a los niños, tal como lo denunció esta mañana el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez en “La Hora de la Verdad”.
Según información que publicó hace algún tiempo El Especador, el 8% de los pobladores de Medellín, unas 227.000 personas, son consumidores habituales de drogas, lo que constituye una verdadera calamidad (Vid. http://www.elespectador.com/noticias/salud/medellin-ciudad-donde-mas-se-consumen-drogas-articulo-502166). Pero este es tan solo un ejemplo de lo que está ocurriendo en Colombia ante la mirada unas veces indiferente y otras complaciente de las autoridades locales.
Hay tras ello, por una parte, el contubernio de no pocas autoridades con el narcotráfico. Pero, por otra, el proyecto que ya está en marcha, aupado por Santos y la elite depravada que lo rodea, de legalizar el consumo de drogas y, por ende, su producción y distribución.
Darle respetabilidad al narcotráfico al declarar que constituye delito conexo con los delitos políticos, que gozan de favor institucional dizque por la filantropía de sus propósitos, es algo que solo a mentes perversas como las que hoy nos gobiernan puede ocurrírseles.
No desconozco que dentro de los aspirantes santistas y criptosantistas haya personas respetables, que individualmente consideradas sería dignas de la mejor estimación. Pero el electorado debe pensar que no solo se vota por personas, sino por equipos y proyectos políticos que se mueven dentro de ciertos entornos. Y el entorno de Santos es de claudicación ante las Farc y destrucción de la institucionalidad por la vía de la corrupción.
Así las cosas, sin que ello implique cuestionamientos personales, tengo que manifestar con toda claridad que, a mi juicio, votar por los Federicos en Antioquia y Medellín es hacerlo por Santos y lo que él significa de ominoso para la salud de la patria.
¡Excelente artículo! Tenemos que ubicar en Alcaldías y Gobernaciones a los mejores, no a los corruptos, para poder seguir luchando con firmeza por Colombia.
ResponderEliminarSi alguien merece en nuestro país ir a la cárcel es Juan Manuel "Gelatino" Santos C. acompañado de sus "AMIGUIS".