Lo que mal comienza mal termina
Ya son muchos los que piensan con enorme preocupación, cuando no con miedo, que las negociaciones con las Farc son imparables, es imposible enderezarlas y culminarán en unos acuerdos en que aquellas llevarán todas las de ganar a expensas de la seguridad y las esperanzas de progreso de la mayoría de los colombianos.
Para mí ha sido claro desde el principio que las Farc solo firmarán unos acuerdos que las sitúen ad portas de la toma del poder que tanto han ansiado conquistar a lo largo de más de medio siglo de depredaciones de toda índole con las que han cubierto de sangre los campos de Colombia.
Nuestra suerte está echada y solo un milagro podría salvarnos de las desventuras de la falsa paz que promueve Santos.
Como se dice coloquialmente, a la hora del desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo.
Y todo este proceso comenzó con la aceptación de Santos acerca de que las Farc serían “Altas partes contratantes” y sus delegados, “Plenipotenciarios”, como si estuviésemos regresando a los momentos postreros de la devastadora Guerra de los Mil Días, a la que se puso término mediante los supuestos Tratados de Neerlandia y el Wisconsin (Vid. http://www.colombia.com/colombia-info/historia-de-colombia/epoca-contemporanea/despertar-siglo-xx/la-guerra-de-los-mil-dias/).
A poco andar quedó claro que las Farc no se contentaban con la posición de pariguales de las autoridades legítimas del Estado colombiano, pues de entrada y a todo lo largo del proceso fueron mostrando su arrogancia, su intransigencia, su ferocidad y su imperturbable voluntad de someter a los voceros del gobierno a sus dictados. El acuerdo que se vislumbra será entonces, ni más ni menos, un “diktat” impuesto por las Farc a la nación colombiana en cabeza de un gobernante cobarde y, en consecuencia, indigno, con la anuencia de unos dirigentes igualmente cobardes e indignos.(Vid. https://en.wikipedia.org/wiki/Diktat).
¿Para qué devanarse los sesos, como lo he venido haciendo respecto de otros esperpentos urdidos para demoler la juridicidad y, por ende, la institucionalidad, cuando la Jurisdicción de Paz que se anuncia y seguramente terminará instaurándose en medio del aplauso de los medios “enmermelados” entraña los más groseros atentados que haya sido posible imaginar contra el Derecho y la Razón?
A Santos solo le falta besar la suela de las botas manchadas de sangre de los verdugos de la patria. Y nos convocará muy orondo a los colombianos para que lo acompañemos en ese infame ejercicio.
Muchas personas preguntan sobre lo que podrían hacer frente esta ignominia. No faltarán quienes tomen las de Villadiego para protegerse de lo que sienten venir. Otros invocarán el sagrado derecho de resistencia a la opresión. Pero no dejará de haber los que, como ciertos generales, aspiren a acomodarse a los pareceres y los humores de quienes osan presentarse como los nuevos amos del país. Y a la mayoría silenciosa solo le quedará el recurso de la resignación.
Esto trae a mi memoria unas consideraciones de Simon Leys acerca de lo que se padeció en China a raíz de la Revolución Cultural.
Simon Leys era el seudónimo del escritor belga Pierre Ryckmans, que vivió de cerca el absurdo de esa perversa y atroz iniciativa de los maoístas. Estos llevaron las cosas a un estado tal en el que, según Leys, a los optimistas no les quedaba otro remedio que mirar hacia el pasado, mientras que los pesimistas tenían la mirada puesta en el futuro.(Vid.http://cultura.elpais.com/cultura/2014/08/14/actualidad/1407971544_413533.html)
Quizás lo que expondré en seguida constituya una simplificación inexacta que no faltará quién corrija. Pero surge de algo que leí hace tiempos acerca de la terminación de la guerra de Vietnam, que aparentemente ganaron los norteamericanos en la mesa de negociación, pero la perdieron vergonzosamente en el terreno de los acontecimientos.
Después de arduas negociaciones en Ginebra, que duraron algo así como un lustro, se lograron unos acuerdos en virtud de los cuales los norteamericanos evacuarían sus tropas a cambio de que el Vietcong admitiera la celebración de elecciones libres en Vietnam del Sur y se comprometiera a respetar sus resultados. Los norteamericanos cumplieron a las volandas su compromiso, pero, una vez salidas sus tropas de Vietnam, los comunistas del Norte invadieron el Sur, atropellaron a su población y anexaron violentamente su territorio. Muchos vietnamitas fueron ejecutados, otros miles fueron arrojados al mar y se los denominó “Boat people”. Se calcula que más de dos millones tuvieron que huir del país debido a la represión comunista.(Vid. https://en.wikipedia.org/wiki/Vietnamese_boat_people).
Se habla de que en Colombia el conflicto ha dado lugar al desplazamiento, sobre todo interno, de más de 4.000.000 de personas.
Cuando los bárbaros de las Farc terminen de tomarse la justicia y las fuerzas armadas, comenzando con las de policía, el número de nuestros desterrados será incontable.
Ya la persecución comenzó, de lo que dan fe los uribistas que han tenido que irse para el exterior porque acá carecen de toda garantía bajo un gobierno que, conchabado con el fiscal y la judicatura, no vacila en inventar delitos y hacer montajes probatorios contra sus opositores.
La justicia que padecemos se está pareciendo demasiado a la que proclamaba Lavrenti Beria en la URSS, cuando según cuentas decía:”Dadme el sujeto y yo os daré el delito”.
He ahí las bases del novísimo Derecho Penal que se impondrá entre nosotros en los tiempos venideros.
Ya Anncol anuncia los procesos que se instaurarán ante la Jurisdicción para la Paz contra empresarios acusados de financiar al uribismo, lo que muestra que es explicable la posición de empresarios del Valle del Cauca que por miedo se han abstenido de colaborar con la campaña del candidato del Centro Democrático a la gobernación de dicho departamento, según denunció esta mañana en “La Hora de la Verdad” el senador Ramos Maya.
¿Y que´decir del pánico que ha cundido entre los empresarios antioqueños por las visitas de revisión exhaustiva que ha iniciado la Dian?
A un empresario que fue acusado por paramilitarismo en Urabá se lo acaba de condenar a la pena mínima de prisión por tres años. La juez que lo condenó le dijo que sabía que era inocente, pero si lo absolvía su carrera judicial llegaría a su fin, pues tras el acusado andaban León Valencia, Piedad Córdoba, Gloria Cuartas y el siniestro cura Giraldo.
Evocaré de nuevo al “Tuerto” López a propósito de sus versos sobre el emocionado canto a la paz que entonaba un dulce colibrí mientras una feroz mapaná lo acechaba:
“Viva la paz, viva la paz!”
Así cantaba alegremente un colibrí, sentimental sencillo,
de flor en flor.
Y el pobre pajarillo trinaba tan feliz sobre el anillo
feroz de una culebra mapaná;
mientras que en un papayo
reía gravemente un papagayo
bisojo y medio cínico:
“¡Cuá,Cuá!
"Diablos,estas cosas dan ganas de llorar"
Ya no podremos exclamar, como lo hizo César Gaviria cuando ganó la elección presidencial en 1990, “¡Bienvenidos al futuro!”, pues este se muestra ominoso a más no poder.
¡Excelente artículo! Tenemos que sacudir el miedo y la enjalma,, antes que nos lleve el,patas y nos deje caer.
ResponderEliminarEstamos tan mal y tan perdido está el conflicto en esa sucia mesa habanera, que hasta el hocico meten la Turbantuda Piedad Córdoba, el dientipodrido de León Valencia, la medio polvo de Gloria Cuartas y el siniestro remedo de cura Giraldo, que no son nada y que si se echan a una licuadora,. sale un estiércol con turbante y sotana.
Juanfer